Vicente Paredes, con más de 50 años experiencia en la elaboración de caretas, sufre los estragos de la crisis. Antes vendía hasta $5.000, ahora llega a los $1.000.
Entrar en el ‘Palacio de las Caretas’ es adentrarse en un mundo de fantasía, donde te encuentras con caras de personajes que rememoran la niñez, celebridades del momento y políticos.
Rodeado por más de 1.500 caretas se encuentra Vicente Paredes, oriundo del cantón Píllaro, provincia de Tungurahua, quien por más de 50 años ha impregnado su creatividad en simples cartones o caucho, transformándolos en obras de arte.
Vicente deja por un momento el engrudo -material que se utiliza en el desarrollo de una máscara-, para comentar que, al igual que a todos, la pandemia provocó una caída en ventas, especialmente este mes, cuando acostumbraba vender miles de ejemplares.Desde octubre hasta mediados de diciembre de 2019, Paredes facturó cerca de $5.000, en ese mismo lapso, pero en este año, ha recaudado $1.000, aproximadamente.
Sin estabilidad
“Las ventas de este mes garantizaban el trabajo del próximo año; además, servían como amortización del capital”, dijo el artesano, preocupado porque la falta de ingresos puede ocasionar el cierre de una de las tradiciones quiteñas más importantes.
Pero las máscaras también son una tradición en todo el país, de hecho, el ‘Palacio de las Caretas’ se distribuye a varias provincias. Pero, en este 2020 los pedidos fueron pocos, debido a las medidas de confinamiento establecidas por el Gobierno a partir de marzo, cuando regía el estado de excepción.
“La pandemia golpeó a todo el entretenimiento. Otros compañeros que se dedican a realizar antifaces, trajes de alquiler y disfraces están en problemas económicos o se han dedicado a otras cosas”, manifestó el pillareño.
Tradición que nació en peluquerías
La historia empieza en 1971, cuando Paredes llegó a la capital con la idea de convertirse en peluquero profesional, pero en las fechas decembrinas notó algo particular.
El primer peluquero con el quetrabajó, a quien le decía ‘Maestro’, vendía caretas de cartón. “Me asusté porque nunca había visto eso y le pregunté: ‘¿para qué pone eso ahí -las caretas-?’ (al exhibir en el local) y dijo que en Quito había la tradición de festejar los inocentes del 28 de diciembre al 6 de enero”.
A partir de ese momento, la mente de Paredes empezó a imaginar muchos modelos de máscaras, de hecho, ponía pelo de los clientes a las caretas y las pintaba, para hacerlas más reales.
Tras graduarse de peluquero decidió montar su local, donde inicialmente se cortaba el pelo y vendía caretas. Sin embargo, una tarde, su ayudante, llevó una máscara americana, como denominaban a las caretas de caucho.
“Ahí es cuando nace la idea de hacer las de caucho, porque yo siempre soñaba con caretas más reales, con arrugas, detalles y pelo; porque en el cartón no salían bien”, recuerda Paredes, quien desde ese momento se convirtió en uno de los pioneros de este tipo de disfraces.
Tras 10 años de trabajar empíricamente, con errores y aciertos, un ingeniero le compartió la ‘receta’ para hacer las máscaras de caucho, que se han convertido en las más vendidas.
Políticos son los más demandados
Mientras acomoda las caretas en su estante, Paredes dice que generalmente los diseños son escogidos por el público, “vienen niños con sus dibujos favoritos y me piden imitarlos”.
Pero, los políticos son los más requeridos para quemarlos a Fin de Año, entre los más pedidos están: Donald Trump, Evo Morales, Lenín Moreno, Rafael Correa, Guillermo Lasso, Jaime Nebot y Lucio Gutiérrez.
Proceso de elaboración
- Máscaras de caucho se hacen con: resina vegetal, fibras acrílicas, plastilina, algunas tienen felpa, tela, capuchas, etc.
- Máscaras de cartón: papel periódico, engrudo, moldes, pinturas y creatividad.
- Las caretas de cartón demoran una hora en realizarse, pero las de caucho dos o tres días, depende el personaje.