Adiós a la pandemia que no acaba

Contando los días para que este año agobiante termine, pues para todos han sido doce meses de incertidumbre y preocupación.

Hemos perdido amigos, familiares, vecinos, empleo, estabilidad, educación y puedo seguir, quisiera despedir a la pandemia, pero es aún una guerra no vencida.

Guerra que mostró que no sólo el coronavirus ha destruido familias, la incesante corrupción estuvo acompañándonos y poniendo en el escenario a nuestros queridos gobernantes que le metieron mano a nuestra salud y a la vida de los ecuatorianos, es fácil entender por qué persisten diferencias abismales entre lo que necesitamos y lo que se ejecuta.

Más allá de la teoría no probada de que este virus fue creado en laboratorio para mostrar las nuevas potencias mundiales, nos queda analizar todo aquello que nos ha dejado de lección, en medio del dolor de despedir con los labios cerrados y los ojos abiertos, con la mente enmarañada y las manos atadas.

Sin duda alguna, al finalizar este año podremos entender que la familia necesita más atención de la que “normalmente” hemos dado, pues vivir en un mundo consumista y acelerado nos hace creer que todo se mueve en torno al trabajo, al dinero y a los réditos, finalmente muchos se han movido solamente por motivos extrínsecos, sin embargo, la pandemia nos explicó una realidad que no advertíamos, el dinero es un número que solamente nos permite acceder a aquellas cosas que fácilmente podemos reemplazar.

Que esta dolorosa experiencia, nos permita ver más allá, que podamos secarnos las lágrimas y entender que el mundo necesita una acción transformadora, una revolución social, un levantamiento ambiental, una reestructuración educativa; no podríamos quedarnos inmóviles con todas estas lecciones dejadas en el 2020, pues ratificamos que toda crisis deja enseñanzas y recogerlas es nuestra obligación.

A menudo, cuando piensas que estás al final de algo, estás al comienzo de otra cosa Fred Rogers.

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