Por qué amar a Loja…

Talía Guerrero Aguirre

Cuando me preguntan por qué amo tanto a Loja; no me molesta contestar porque me siento orgullosa de ser Lojana y porque de verdad amo sus calles angostas por las que al caminar puedo saludar con amigos, parientes, conocidos y desconocido de vereda a vereda, encontrando al paso un poco de las historias de todos y amo sus bellas iglesias cargas de recuerdos con sus plazas llenas de verdor y paz. Como no amarla si lo que más hay, es arte por todas partes, desde el arrullador murmullo de los dos juguetones riachuelos que la rodean, en sus teatros, plazas o coliseos y en casi todas las familias lojanas, que acunan sino a un compositor, un cantante con voz asombrosa o a un espléndido pintor, un escultor, escritor, actor o un poeta etc., sin olvidarme de los genios que hacen hablar desde el alma a sus requintos, trompetas, violines o tambores y que cada año se concentran en el prestigioso “Festival de las Artes Vivas de Loja”, con reconocimiento para llevar como estandarte nuestra cultura a través del Ecuador y por varios países del mundo. Si la amo, porque además es una tierra generosa en producción, especialmente de café con excelencia en calidad, que nos ha hecho merecedores por varias ocasiones del galardón “Tasa de oro”, y que hablarles de nuestra exquisita gastronomía, siempre imitada pero nunca igualada, preferida por propios y extraños; recordándoles además que somos dueños de un soñado valle de la longevidad, que acoge a gran cantidad de turistas de todo el mundo, para ofrecerles una larga y saludable vida.

Quienes han recorrido Loja, pueden certificar las maravillas que hacen que sea la más bella de la tierra; yo reconozco que me faltaría espacio, para escribir las tantas razones que tengo para amar tanto a Loja; sin contar las que guardo en mi corazón, para no dejar de hacerlo. “Si usted nunca ha ido a Loja, no conoce mi país”. (O)

Talía Guerrero Aguirre

Cuando me preguntan por qué amo tanto a Loja; no me molesta contestar porque me siento orgullosa de ser Lojana y porque de verdad amo sus calles angostas por las que al caminar puedo saludar con amigos, parientes, conocidos y desconocido de vereda a vereda, encontrando al paso un poco de las historias de todos y amo sus bellas iglesias cargas de recuerdos con sus plazas llenas de verdor y paz. Como no amarla si lo que más hay, es arte por todas partes, desde el arrullador murmullo de los dos juguetones riachuelos que la rodean, en sus teatros, plazas o coliseos y en casi todas las familias lojanas, que acunan sino a un compositor, un cantante con voz asombrosa o a un espléndido pintor, un escultor, escritor, actor o un poeta etc., sin olvidarme de los genios que hacen hablar desde el alma a sus requintos, trompetas, violines o tambores y que cada año se concentran en el prestigioso “Festival de las Artes Vivas de Loja”, con reconocimiento para llevar como estandarte nuestra cultura a través del Ecuador y por varios países del mundo. Si la amo, porque además es una tierra generosa en producción, especialmente de café con excelencia en calidad, que nos ha hecho merecedores por varias ocasiones del galardón “Tasa de oro”, y que hablarles de nuestra exquisita gastronomía, siempre imitada pero nunca igualada, preferida por propios y extraños; recordándoles además que somos dueños de un soñado valle de la longevidad, que acoge a gran cantidad de turistas de todo el mundo, para ofrecerles una larga y saludable vida.

Quienes han recorrido Loja, pueden certificar las maravillas que hacen que sea la más bella de la tierra; yo reconozco que me faltaría espacio, para escribir las tantas razones que tengo para amar tanto a Loja; sin contar las que guardo en mi corazón, para no dejar de hacerlo. “Si usted nunca ha ido a Loja, no conoce mi país”. (O)

Talía Guerrero Aguirre

Cuando me preguntan por qué amo tanto a Loja; no me molesta contestar porque me siento orgullosa de ser Lojana y porque de verdad amo sus calles angostas por las que al caminar puedo saludar con amigos, parientes, conocidos y desconocido de vereda a vereda, encontrando al paso un poco de las historias de todos y amo sus bellas iglesias cargas de recuerdos con sus plazas llenas de verdor y paz. Como no amarla si lo que más hay, es arte por todas partes, desde el arrullador murmullo de los dos juguetones riachuelos que la rodean, en sus teatros, plazas o coliseos y en casi todas las familias lojanas, que acunan sino a un compositor, un cantante con voz asombrosa o a un espléndido pintor, un escultor, escritor, actor o un poeta etc., sin olvidarme de los genios que hacen hablar desde el alma a sus requintos, trompetas, violines o tambores y que cada año se concentran en el prestigioso “Festival de las Artes Vivas de Loja”, con reconocimiento para llevar como estandarte nuestra cultura a través del Ecuador y por varios países del mundo. Si la amo, porque además es una tierra generosa en producción, especialmente de café con excelencia en calidad, que nos ha hecho merecedores por varias ocasiones del galardón “Tasa de oro”, y que hablarles de nuestra exquisita gastronomía, siempre imitada pero nunca igualada, preferida por propios y extraños; recordándoles además que somos dueños de un soñado valle de la longevidad, que acoge a gran cantidad de turistas de todo el mundo, para ofrecerles una larga y saludable vida.

Quienes han recorrido Loja, pueden certificar las maravillas que hacen que sea la más bella de la tierra; yo reconozco que me faltaría espacio, para escribir las tantas razones que tengo para amar tanto a Loja; sin contar las que guardo en mi corazón, para no dejar de hacerlo. “Si usted nunca ha ido a Loja, no conoce mi país”. (O)

Talía Guerrero Aguirre

Cuando me preguntan por qué amo tanto a Loja; no me molesta contestar porque me siento orgullosa de ser Lojana y porque de verdad amo sus calles angostas por las que al caminar puedo saludar con amigos, parientes, conocidos y desconocido de vereda a vereda, encontrando al paso un poco de las historias de todos y amo sus bellas iglesias cargas de recuerdos con sus plazas llenas de verdor y paz. Como no amarla si lo que más hay, es arte por todas partes, desde el arrullador murmullo de los dos juguetones riachuelos que la rodean, en sus teatros, plazas o coliseos y en casi todas las familias lojanas, que acunan sino a un compositor, un cantante con voz asombrosa o a un espléndido pintor, un escultor, escritor, actor o un poeta etc., sin olvidarme de los genios que hacen hablar desde el alma a sus requintos, trompetas, violines o tambores y que cada año se concentran en el prestigioso “Festival de las Artes Vivas de Loja”, con reconocimiento para llevar como estandarte nuestra cultura a través del Ecuador y por varios países del mundo. Si la amo, porque además es una tierra generosa en producción, especialmente de café con excelencia en calidad, que nos ha hecho merecedores por varias ocasiones del galardón “Tasa de oro”, y que hablarles de nuestra exquisita gastronomía, siempre imitada pero nunca igualada, preferida por propios y extraños; recordándoles además que somos dueños de un soñado valle de la longevidad, que acoge a gran cantidad de turistas de todo el mundo, para ofrecerles una larga y saludable vida.

Quienes han recorrido Loja, pueden certificar las maravillas que hacen que sea la más bella de la tierra; yo reconozco que me faltaría espacio, para escribir las tantas razones que tengo para amar tanto a Loja; sin contar las que guardo en mi corazón, para no dejar de hacerlo. “Si usted nunca ha ido a Loja, no conoce mi país”. (O)