Del caos al nuevo orden

Eduardo Puertas

El paradigma del caos plantea un cofre posibilitante de múltiples opciones, y todas ellas impredecibles. Es como si pusiéramos un balón sobre una pirámide y pretender saber hacia qué lado se inclinará. Es así que, mientras el caos se revele ante la mirada de la sociedad con el continuo inconformismo, la acostumbrada evasión de compromisos con los que más necesitan, y la constante delegación de responsabilidades personales a terceros; se develará un panorama ajeno al consenso social, a las soluciones que verdaderamente marquen un cambio funcional.

Si seguimos mirando hacia afuera, continuaremos con los mismos resultados que hasta ahora hemos cosechado. Sin embargo, no todo tiene que ser catastrófico o determinante en nuestras vidas. Las crisis nos presentan dos opciones. Una de ellas, dejarse llevar por el temor, la duda, la desidia, y el conformismo, dando por resultado el mantenerse en el lamento, y seguir mirando expectante al mundo seguir.

La otra opción, radica en detener a observarse de adentro hacia afuera, de desempañar los cristales con que vemos el mundo, de empezar a comprender que tenemos mucho poder para cambiar el mundo, de observar las crisis como lo que son, como las circunstancias que nos ofrece la vida de tomar responsabilidad propia y enmendar aquello que se debe corregir.

Los tiempos de crisis nos ofrecen una gran oportunidad, la opción del cambio personal como el motor que mueve el mundo, como el actor de tu propia película, escribiendo a pulso la letra de tu mejor melodía, siendo la versión que nadie cree que puedas lograr.

Mientras la mayoría de personas sigan mirando el caos como el peor de los tiempos, mientras sigan mirando afuera el mundo pasar, y pongan en evidencia su condición personal; existe otra mirada, esa mirada interna que evoluciona hacia una nueva percepción personal, más responsable, más objetiva, esa mirada que puede transformar el caos en un nuevo orden. (O)

[email protected]

Eduardo Puertas

El paradigma del caos plantea un cofre posibilitante de múltiples opciones, y todas ellas impredecibles. Es como si pusiéramos un balón sobre una pirámide y pretender saber hacia qué lado se inclinará. Es así que, mientras el caos se revele ante la mirada de la sociedad con el continuo inconformismo, la acostumbrada evasión de compromisos con los que más necesitan, y la constante delegación de responsabilidades personales a terceros; se develará un panorama ajeno al consenso social, a las soluciones que verdaderamente marquen un cambio funcional.

Si seguimos mirando hacia afuera, continuaremos con los mismos resultados que hasta ahora hemos cosechado. Sin embargo, no todo tiene que ser catastrófico o determinante en nuestras vidas. Las crisis nos presentan dos opciones. Una de ellas, dejarse llevar por el temor, la duda, la desidia, y el conformismo, dando por resultado el mantenerse en el lamento, y seguir mirando expectante al mundo seguir.

La otra opción, radica en detener a observarse de adentro hacia afuera, de desempañar los cristales con que vemos el mundo, de empezar a comprender que tenemos mucho poder para cambiar el mundo, de observar las crisis como lo que son, como las circunstancias que nos ofrece la vida de tomar responsabilidad propia y enmendar aquello que se debe corregir.

Los tiempos de crisis nos ofrecen una gran oportunidad, la opción del cambio personal como el motor que mueve el mundo, como el actor de tu propia película, escribiendo a pulso la letra de tu mejor melodía, siendo la versión que nadie cree que puedas lograr.

Mientras la mayoría de personas sigan mirando el caos como el peor de los tiempos, mientras sigan mirando afuera el mundo pasar, y pongan en evidencia su condición personal; existe otra mirada, esa mirada interna que evoluciona hacia una nueva percepción personal, más responsable, más objetiva, esa mirada que puede transformar el caos en un nuevo orden. (O)

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Eduardo Puertas

El paradigma del caos plantea un cofre posibilitante de múltiples opciones, y todas ellas impredecibles. Es como si pusiéramos un balón sobre una pirámide y pretender saber hacia qué lado se inclinará. Es así que, mientras el caos se revele ante la mirada de la sociedad con el continuo inconformismo, la acostumbrada evasión de compromisos con los que más necesitan, y la constante delegación de responsabilidades personales a terceros; se develará un panorama ajeno al consenso social, a las soluciones que verdaderamente marquen un cambio funcional.

Si seguimos mirando hacia afuera, continuaremos con los mismos resultados que hasta ahora hemos cosechado. Sin embargo, no todo tiene que ser catastrófico o determinante en nuestras vidas. Las crisis nos presentan dos opciones. Una de ellas, dejarse llevar por el temor, la duda, la desidia, y el conformismo, dando por resultado el mantenerse en el lamento, y seguir mirando expectante al mundo seguir.

La otra opción, radica en detener a observarse de adentro hacia afuera, de desempañar los cristales con que vemos el mundo, de empezar a comprender que tenemos mucho poder para cambiar el mundo, de observar las crisis como lo que son, como las circunstancias que nos ofrece la vida de tomar responsabilidad propia y enmendar aquello que se debe corregir.

Los tiempos de crisis nos ofrecen una gran oportunidad, la opción del cambio personal como el motor que mueve el mundo, como el actor de tu propia película, escribiendo a pulso la letra de tu mejor melodía, siendo la versión que nadie cree que puedas lograr.

Mientras la mayoría de personas sigan mirando el caos como el peor de los tiempos, mientras sigan mirando afuera el mundo pasar, y pongan en evidencia su condición personal; existe otra mirada, esa mirada interna que evoluciona hacia una nueva percepción personal, más responsable, más objetiva, esa mirada que puede transformar el caos en un nuevo orden. (O)

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Eduardo Puertas

El paradigma del caos plantea un cofre posibilitante de múltiples opciones, y todas ellas impredecibles. Es como si pusiéramos un balón sobre una pirámide y pretender saber hacia qué lado se inclinará. Es así que, mientras el caos se revele ante la mirada de la sociedad con el continuo inconformismo, la acostumbrada evasión de compromisos con los que más necesitan, y la constante delegación de responsabilidades personales a terceros; se develará un panorama ajeno al consenso social, a las soluciones que verdaderamente marquen un cambio funcional.

Si seguimos mirando hacia afuera, continuaremos con los mismos resultados que hasta ahora hemos cosechado. Sin embargo, no todo tiene que ser catastrófico o determinante en nuestras vidas. Las crisis nos presentan dos opciones. Una de ellas, dejarse llevar por el temor, la duda, la desidia, y el conformismo, dando por resultado el mantenerse en el lamento, y seguir mirando expectante al mundo seguir.

La otra opción, radica en detener a observarse de adentro hacia afuera, de desempañar los cristales con que vemos el mundo, de empezar a comprender que tenemos mucho poder para cambiar el mundo, de observar las crisis como lo que son, como las circunstancias que nos ofrece la vida de tomar responsabilidad propia y enmendar aquello que se debe corregir.

Los tiempos de crisis nos ofrecen una gran oportunidad, la opción del cambio personal como el motor que mueve el mundo, como el actor de tu propia película, escribiendo a pulso la letra de tu mejor melodía, siendo la versión que nadie cree que puedas lograr.

Mientras la mayoría de personas sigan mirando el caos como el peor de los tiempos, mientras sigan mirando afuera el mundo pasar, y pongan en evidencia su condición personal; existe otra mirada, esa mirada interna que evoluciona hacia una nueva percepción personal, más responsable, más objetiva, esa mirada que puede transformar el caos en un nuevo orden. (O)

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