El ventrílocuo Tuárez

Mariana Velasco

Fue suficiente un mes en funciones en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) para comprender que el cura, José Tuárez, llegó para hacer proselitismo político, con un libreto que se enmarca en una estrategia de desestabilización. No importaba si el ‘cuello romano’ era usado como instrumento de fe, claudicaba principios o vendía el alma al diablo. Como servidor público y desde la presidencia, cual ventrílocuo, con un discurso populista arenga a sus seguidores, se declara víctima de la prensa y, por ahora, de un partido político.

La participación ciudadana no puede de la aprobación del Estado. El Cpccs debe ser eliminado. Fue pésima idea, a través del invento verde, permitir burocratizar la participación social. Cualquiera sea el mecanismo para eliminar el Cpccs (consulta popular o Asamblea Nacional), no debe desviar la atención y, con bisturí de cirujano, establecer el organismo de reemplazo y los procedimientos a los que deberá someterse. Los asambleístas están obligados a impulsar una reforma parcial o una enmienda a la Constitución para definir el futuro.

Tengo la certeza que bajo la presidencia de Tuárez, la entidad es una bomba de tiempo. Nula es la importancia que le dan al cuerpo colegiado que ni siquiera tiene una hoja de ruta para fomentar la participación ciudadana. Salvo una que otra excepción, los consejeros, al saberse elegidos con el voto popular, obedecen órdenes partidistas. Juegan con fuego, asumiendo roles de magos o payasos de circo. Basta mirar las transmisiones en vivo de las sesiones. La del 4 de julio, grotesca. Clara demostración de pan y circo.

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