Mental

El siglo XXI ha pisado fuerte. El lector tiene que comprender que antes de entrar en la segunda década del 2000, se tiene que poner sobre la mesa una consideración especial. La sanidad pública. Entiéndase como sanidad pública, no solo a las epidemias que van surgiendo de alguno que otro país en vías de desarrollo, o a la resistencia que estamos creando frente a los antibióticos; más bien, aquella consideración especial tiene que dirigirse a la salud mental.

En un sondeo alarmante acerca del estado situacional de nuestro mundo en cuánto respecta a salud mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que uno entre cada cuatro personas sufre algún tipo de desorden mental. Es un numero altísimo si tenemos en cuenta que somos 7.5 miles de millones de personas a nivel mundial.

Entre estas, se encuentra que cerca de 260 millones sufren de problemas relacionados con ansiedad, otros 300 millones sufren de depresión (en donde las mujeres se ven más afectados que los hombres), y otras 800 mil personas mueren por suicidio cada año… cada año. Para poner este número en perspectiva, en siete años de guerra en Siria, el numero de muertos ha sido de 500 mil víctimas. Incluso más preocupante aún, es saber que el suicidio es la segunda causa de muerte a nivel global entre la población joven (15 a 29 años), y que el 79% de los mismos ocurren en países que son pobres o que están en vías de desarrollo.

El problema más grande es que estos temas continúan como un tabú intocable, resultando incómodo hablar de ellos por el gran estigma que se ha formado alrededor de ellos. A medida que la tecnología avanza, la información fluye y el extremismo alcanza niveles descomunales; creamos un mundo en donde hemos desconectado los unos con los otros… hablar honestamente de nuestros problemas se ha vuelto una misión imposible, nadie se siente cómodo… o peor aún, nadie está dando el espacio y la confianza para reconectar y extender nuestras manos a aquellos en medio de la obscuridad y el ruido.