Edificio del Bolívar

Andrés Pachano

Dos fachadas impresionantes por su belleza existen en la ciudad; ellas mirándose entre sí y mirando al Parque Cevallos. Son las hermosas fachadas, labradas a combo y cincel de los edificios del Colegio Bolívar y de la Escuela de la Providencia, sin lugar a dudas los dos mejores monumentos arquitectónicos que tiene la ciudad. Su hermosa piedra rojiza con seguridad provino de la extinta cantera de Pelileo.

La municipalidad de Ambato, en la anterior administración, procedió con éxito a restaurar la fachada del edificio patrimonial del Colegio Bolívar; intervino en sus muros, limpiándolos y restañando sus superficies, respetando la belleza de la piedra que afloró y recuperó su polícroma textura; restauró sus ventanales y proveyó de iluminación a su hermosa cara. Pero el trabajo emprendido solo alcanzó a la fachada que, reitero, recuperó su original hermosura. Quedó, lamentablemente, intocado el resto del edificio -proyecto arquitectónico que se dice corresponde a Antonio Echeverría y Llona concebido en 1873- y cuya construcción demoró algunas décadas en concluirse.

Hoy sus corredores interiores lucen vacíos; el deambular por ellos resiente el sentimiento, da pena e incluso afloran las iras por el estado del inmueble: carente de mantenimiento y en franco deterioro; son visibles las huellas del abandono: forámenes en los pisos, goteras, humedad, salitre en sus enlucidos. Cada día se torna más imprescindible el intervenir en la totalidad del edificio, restaurarlo, ponerlo en valor y destinar sus espacios a actividades compatibles con el espíritu de su historia; restituir sus espacios vitales para que conserven su culta esencia.

Lo urgente, lo imprescindible es evitar que la desidia aniquile el más bello edificio de la ciudad, evitar su pauperización con funciones alejadas de la esencia de sus muros.

En esta realidad ronda una interesante idea que se la debe analizar, si es del caso profundizar en ella; sus entusiastas promotores piensan que este valioso inmueble se destine a albergar los que ellos llaman “El Palacio de las Artes Bolívar”; ambicioso y hermoso propósito, susceptible de soñarlo.

De sueños está hecha la historia. Soñemos.