Inseguridad y promesas

Rocío Silva

La seguridad pública es multidimensional y debe garantizar a la ciudadanía el goce y ejercicio de sus derechos, libertades y garantías constitucionales, compete al Estado en exclusividad su permanencia y aseguramiento. Con alteraciones en el orden económico como crisis y incrementos productivos y transaccionales, la seguridad pública comienza a tener resquebrajamientos, no basta con que desde la Gobernación de Tungurahua o el GAD Municipal de Ambato, se pregone con total desparpajo, que vivimos en una de las ciudades más seguras.

Cabe recordar que estamos en un escenario totalmente difícil con la presencia de cientos de venezolanos y colombianos en calidad de migrantes que huyen del hambre y la violencia, personas que han formado horrendos cinturones de mendicidad, a todos se nos parte el alma ver a familias enteras con bebés, con mujeres muy delgadas, con letreros hechos en cartón sobre su situación. Se sabe que vienen a esta ciudad, puesto que cómo existe gran cantidad de circulante por la presencia de negocios, y el sentido de caridad cristiana que poseemos los ambateños.

Junto al mencionado cinturón de miseria, se va erigiendo una línea paralela muy dura y es la presencia de la delincuencia organizada en Ambato: autos y motos que persiguen y atracan a personas que salen de las entidades bancarias, asociaciones ilícitas para cometer robos y asaltos a domicilios, homicidios por sicariato, robos a almacenes, cafeterías, restaurantes, iglesias, negocios pequeños. Se cometen a luz del día asaltos, no hay una zona que pueda considerarse segura.

¿Es este Ambato, la ciudad que queremos los ambateños? ¿O fue la ciudad que quisieron los políticos advenedizos?, cuya fanfarronada los lleva a pregonar como eslogan de campaña, que Ambato es la ciudad más segura del país. Urge una política pública contundente, que conciba a la comunidad ambateña como un espacio de construcción constante social, cultural e históricamente, con aciertos y errores, pero que concilia autoridad, poder y realización del individuo. Sus espacios de poder pasarán, como todo en esta vida, así que a trabajar por la seguridad e integridad de una ciudad que se ha visto fenecer, pero cual fénix, los ambateños resurgimos con el ímpetu del espíritu andino.