Un gallinazo cantor…

En la década de los años 70 del siglo pasado, el poeta ecuatoriano Humberto Vinueza escribió un poema largo titulado “Un gallinazo cantor, bajo un sol de a perro”, en el que defendía la tesis de que en el país no sucedía nada, que apenas pasaba la línea ecuatorial y de ello también, “a veces, nos olvidamos”.

Debo confesar que yo compartí esa idea; parecía que en nuestro país, el ayer era igual al hoy y ambos apenas diferían en algún matiz colorido del mañana.

Pero desde hace unas décadas, la realidad ha conspirado contra la solidez de esa tesis. Ahora somos el único país que ha sacado de la Presidencia de la República a tres presidentes; hemos sido capaces de cerrar nuestras fronteras y hasta de clasificarnos a tres Mundiales de fútbol.

Al parecer, el llamado “retorno a la democracia” en 1979 ha cambiado el escenario de la vida nacional. Como todo cambio, no es posible afirmar que ha sido completamente para bien o para mal, pues, todo lo humano siempre es de luces y sombras; dependerá de la visión que cada ciudadano tenga, el veredicto de los acontecimientos nacionales.

Hasta la semana pasada, ayudaba a un distinguido amigo a recopilar datos sobre la situación “actual” del país y el pensamiento del gobierno de Lenín Moreno. Parecía que mirábamos una línea continua con la del ex presidente Correa; las aparentes contradicciones apuntaban más bien a una disputa por el liderazgo de su movimiento político que un cambio direccional; sin embargo, el mismo momento que discutíamos, el Presidente cambiaba a los integrantes de su gabinete y sacudía la visión política del Ecuador:

Es que los nombramientos de ministros de Estado, de la semana pasada, modifican sustancialmente el modelo político y económico del Gobierno. Durante un año, el primero de su mandato, Moreno seguía los lineamientos de Alianza País. Muchos, casi todos, los nombres de sus ministros ya habían cumplido funciones importantes dentro del gobierno de Correa y, claro, las políticas de sus ministerios eran similares, cuando no iguales, a las que había mostrado la anterior administración.

Pero los cambios impuestos en la semana pasada no significan únicamente un cambio de rostros y nombres, son también cambios importantes en la visión de país, de su administración y de su futuro.

De una administración estatista, con un estado obeso y endeudado, marcado por una férrea y disciplinada obediencia a un caudillo, de pronto hemos entrado a una administración que se dice técnica, aperturista, librepensadora y favorable al libre mercado.

Quizás la historia nos entregue en el futuro próximo una explicación convincente de lo sucedido. Ahora solo nos resta cambiar los versos del poeta y decir que los cambios que se producen en el país son tan rápidos y seguidos que nos obligan a modificar la interpretación y comprensión del Ecuador.