Alto riesgo

Por: Kléber Mantilla Cisneros

Una degeneración del institucionalismo reinante sería confiar en funcionarios que reciben órdenes partidistas, manejan tecno-burocracia y no tienen interés en derechos ciudadanos. La Corte Constitucional no calificó las siete preguntas enviadas por el presidente Lenín Moreno para consulta y no hay transparencia en la actuación del CN. En democracia tendría que tener representantes de las fuerzas políticas, movimientos sociales y partidos, porque ya nadie confía en el ‘Consejo de Participación’ de AP.

El Consejo de la Judicatura tiene que desaparecer o modificarse por sus apuros cínicos y manipuladores. No hay entidad democrática ni independencia de poderes. Los jueces del caso Odebrecht denunciaron llamadas telefónicas amenazantes para mediar por corruptos contumaces. Como en los viejos tiempos, el exsecretario Jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, redactó leyes para complacer a su jefe.

La práctica: revisión de fallos, sentencias dudosas, la aplicación del ‘error inexcusable’, se denunciaron interferencias abusivas, el indulto presidencial a delincuentes y muchas leyes fascistas que se aprobaron por asambleístas alza-manos. Impunidad absoluta y corrupción. Ejemplos: los vicios en la contratación y el plan de coimas en el poliducto Cuenca Pascuales o el Decreto 16 para evitar grupos sociales.

El correísmo es un intercambio de favores con aires de servilismo para un patriarca que busca reciclar espacios de poder. Esa burocracia funcional es un riesgo para no encausar una consulta popular digna; riesgos, fraudes y fracasos electorales son la huella de las dictaduras populistas del siglo XXI.

En Venezuela, Nicolás Maduro no pierde en las urnas porque domina la tecnología y ejerce control mediático absoluto pese a la miseria y revueltas diarias de la gente de la calle. En Bolivia, Evo Morales aspira a perpetuarse con un cuarto mandato hasta 2025. Por acá, el último proceso electoral sembró dudas: el apagón durante el conteo de votos y la posterior medalla a Juan Pablo Pozo en Carondelet, la cabeza del suceso, quedaron registrados.

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