Futuro incierto

Mucho se habla de la inversión del Régimen en el área educativa, y es verdad que se ha invertido, sobre todo en infraestructura. No tanto como se podía haber realizado, si consideramos los ingentes recursos petroleros de los últimos años. Pero me preocupa lo relativo a medidas que ponen en riesgo la calidad de la educación y pueden dejar desguarnecidos a muchos niños y jóvenes.


Nos referimos a las disposiciones que ocasionan el cierre de escuelas y en general de establecimientos educativos, sin considerar la pertinencia de escuelas pequeñas, de barrio, de comunidad, que atienden a los niños del sector.


Con el afán de homogenizarlo todo, se crean macro establecimientos, sin tomar en cuenta los tiempos del traslado, las particularidades de las comunidades, más todavía si estas son marcadamente indígenas, montuvias o campesinas, sin atender a la ruralidad de ciertas zonas, a las necesidades evidentes de tomar en cuenta las diferencias en un país reconocido como ‘multi’ o ‘pluri’.


Ya se pueden avizorar problemas como deserción escolar, como inconformidades con las medidas tomadas, muy desde el escritorio, sin atender a las necesidades que se sienten en el territorio. El futuro cierto en lo que concierne a la educación, no se presenta como muy halagüeño.


La preocupación de los maestros por cumplir meros procesos evaluativos, sin atender a las realidades de sus aulas, es también otro problema que se enfrenta y que ocasiona falta de autoestima y desestimulación para los docentes, lo que redunda directamente en el rendimiento escolar. Son los maestros los definidores a la hora de comprobar la bondad o no de un sistema educativo.


El futuro es pesimista, ojalá haya un verdadero análisis y se rectifiquen políticas fracasadas.


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