La India María

Barridos los tiempos perdidos en el conocido pasado, hoy nos rendimos ante el majestuoso poder del ayer,nos arrodillamos ante la sabiduría de aquella época perdida; que con complicada y sencilla belleza, crearon un imperio de inteligencia astral y divina. Esa misma esencia, llenó a la América del sol con arte de compositores espirituales y trueques justos.

Allí pues estaban los indios orgullosos en donde en su universo ellos eran oro, gentes paridas de las entrañas del sol, ese mismo sol que les dio cobijo, maíz y chocolate. De tela de alpaca nació la flauta, que en ritual sagrado hacía vibrar de emoción a los niños de barro que danzaban despreocupados en el verde andino de su tierra.

Llorarán entonces sus herederos que al recordar a su abuela originaria, marchitan la flor de su recuerdo, ahí cuando de Castilla su lengua murió. Aplastados por armas y por el germen corrupto de tierras extranjeras, el tostado de su piel se desprendió. Tiraron a sus templos y monumentos para alzar iglesias que fueron testigos de la quema de libros escritos por profetas latinoamericanos que nacieron antes de Cristo.

Hoy la India María; bautizada en cristiandad, trabaja en tierra ajena para comprar su maíz… de vez en cuando llora la India María, llora de pobreza, siempre sola… acostumbrada a su vergüenza. Aún así en frente de su casita de barro, un joven ha grabado su idea. Es la misma María con un texto que reza: «Aquí los olvidados de tiempos modernos, aquí los viejos reyes convertidos en campesinos».

La India lo mira siempre, pero humilde se dice a ella misma «que pena que al vivir a su vereda, no haya aprendido nunca a leer».