Camina

Pablo Ruiz Aguirre

Camina, rompe un espejo y obsérvate. Camina y busca la luz en la oscuridad profunda de la noche. En el orden de las estrellas, en el desorden de la luna, en su falta de apertura, en por qué ella decide darnos un cuarto, un medio o entregarse por completa para hacer el amor con nuestra mirada.

Camina y decide ser verano, burbujear desde el centro como volcán colérico para olas de pasión entregar. Camina, cierra los ojos y contempla, como el sol se extiende por el horizonte día a día, y aun por tormentosa lluvia que aprehenda tu espíritu, por gigante nebulosa que haga de tu noche una sombra extendida, el astro te viene a abrazar. Camina y decide ser invierno, descender tu temperatura bajo lo natural, y sentir la muerte preciosa que viene a charlar.

Camina y equivócate arriesgando una y otra vez, equivócate más de una vez. Sé una nota sin ritmo, la única rama que quiere estar en espiral por convicción, sé ese cabello que no quiere peinarse. Sé ese pequeño orificio que en el cielo cierras los ojos, se para firme en escuadra, y cuando las demás nubes quieren ganar espacio, se mantiene categóricamente inmóvil y permite aun la claridad entrar. Sé un beso más, una caricia más, una disculpa más, una explicación más, un trago más, un ¡salud! más, una retina compartida más, una madrugada más, una locura aristotélica más, un verso más, un baile más, una búsqueda más. Sé un intento más. Equivócate, una y otra vez, equivócate más de una vez, pero sé una vez más y camina.

Camina, más allá de tu geografía, escucha. Brinda tu mano no solo a tu otra mano, levanta la voz y enfrenta por la causa ajena, por la razón legítima, por la palabra amputada, por la acción prohibida, por el llanto que no sale por orgullo. Camina, y da por el que espera retribución, recibe de ti lo que de nadie, y entrega de ti lo que a nadie.

Camina, rompe un espejo y obsérvate. Decide ser verano y equivócate arriesgando más allá de tu geografía. Vive. (O)

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