Explotación infantil amenaza el futuro en Latinoamérica

Un menor traslada mercadería en una carretilla, el 7 de junio de 2023 en San Salvador (El Salvador).
Un menor traslada mercadería en una carretilla, el 7 de junio de 2023 en San Salvador (El Salvador).

La mancha de esta problemática se ha hecho cada vez más grande desde la pandemia por COVID-19.

Redacción LIMA

La mancha del trabajo infantil, presente en toda América Latina, se expandió aún más como consecuencia del empobrecimiento y el deterioro económico social causado por la pandemia. Hoy en día es una de las violaciones a los derechos humanos más amenazadoras para el futuro de la región.

«La pandemia ha afectado mucho a las familias. En 2021 hubo un incremento significativo de niños y niñas que entraron a trabajar«, explica la directora del área de calidad e impacto de programas de la oenegé Save the Children en Perú, Nelly Claux.

En Perú, por ejemplo, «una cuarta parte de la población infantil y de los adolescentes trabajan«, aunque no siempre sea «en las peores formas de trabajo». La mayoría estudia y trabaja a la vez, pero hay un 5% que se dedica exclusivamente a laborar.

En esas circunstancias, es habitual «la acumulación de dinero por terceras personas que emplean niños«, señala Nelly Claux, quien denuncia que es muy frecuente encontrar a menores trabajando en la minería ilegal o «niñas que desde temprana edad realizan labores domésticas en casas de terceros donde muchas veces son explotadas».

Perú «es el reino del trabajo informal», asegura la portavoz de Save the Children.

México, en segundo lugar

México es el segundo país de América Latina y el Caribe con mayor prevalencia de trabajo infantil, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

La última Encuesta Nacional de Trabajo Infantil estimó que de los 28,5 millones de menores de 5 a 17 años en México, 3,3 millones trabajaban, de los cuales dos millones trabajan en ocupaciones no permitidas y 1,2 millones realizan trabajo clasificado como peligroso.

El 31,6% de los niños mexicanos que trabajan apoyan en actividades agrícolas, ganaderas, forestales, caza y pesca, 24,5% en la minería, construcción e industria, y 14% en comercio, ventas y agentes de ventas principalmente. EFE

Panorama desalentador en Centroamérica

La situación no es mucho mejor en Centroamérica. En Guatemala, por ejemplo, alrededor de 900.000 menores, el 17% del total, trabajan pese a no haber cumplido los 18 años, el 60% en zonas rurales. El resto lo hace en industria manufacturera, hostelería, restaurantes y comercio, según datos oficiales.

En Nicaragua, en tanto, hace once años que las autoridades no presentan cifras oficiales. Las últimas estadísticas, de 2012, indicaban que había 396.118 niños trabajadores.

El panorama no es más alentador en El Salvador, donde según datos oficiales, trabajan 81.164 menores, el 6,1% del total, fundamentalmente varones del área rural, y 58.007 hacen un trabajo peligroso. El 40% no asiste a la escuela.

En Honduras, antes de la pandemia había 475.000 niños y niñas trabajando, un tercio de ellos en el campo. Hoy esa cifra se ha duplicado, señala el portavoz de Unicef, Héctor Espinal.

En países como Brasil, Paraguay y Bolivia no hay cifras actualizadas sobre la problemática.