Ecuador, paraíso de la impunidad

POR: Mario García Gallegos

En eso se ha convertido nuestro país. Son innumerables los casos de trasgresiones civiles y penales que se han cometido, hoy son una constante en la conducta colectiva, que ha pasado a ser una característica de una sociedad que ha perdido su norte y sus valores.

La escalada delictiva de la década ganada, continúa golpeando al pueblo ecuatoriano con gravísimas consecuencias. Admira el desparpajo y la sinvergüencería de los cabecillas de la gavilla perversa que nos regía, cumpliendo los propósitos de la ultraizquierda internacional, y los desaforados apetitos de enriquecimiento ilícito, utilizando la cortina de humo de la dialéctica populista desde el paredón ideológico, el sainete patriotero de “las manos limpias y corazones ardientes” de las sabatinas, donde se trituraba arteramente a la oposición política, para desordenar, destruir y gobernar en su ínsula de impunidad. Ellos son hoy los defensores de los derechos humanos.

El poder concentrado, destrozó a la democracia, envileció a las instituciones y desorientó la conciencia ciudadana. Teníamos entonces a cúpulas militares sin pundonor e hidalguía, a jueces venales obedeciendo las órdenes del déspota truculento aupado por un rebaño legislativo donde florecían los diezmos y las coimas. Padres y madres de la patria prostituidos al unísono. Vergüenza rampante de una nación pionera de la libertad vilmente pisoteada por la “revolución ciudadana”.

¿Cirugía mayor para extirpar a la corrupción?, apenas tenemos una extensa lista de prófugos debido a la complicidad de jueces y fiscales. Treinta y ocho mil millones de dólares evaporados en jet presidencial; “los compadritos lindos”, en New York y en la Asamblea. La generosa ex canciller amiga de Maduro, emisora de ciudadanía ecuatoriana, en la ONU, libre y fresca; y al ambidextro superministro “pativolando” afuera, alertado por los enquistados guardianes de la corrupción infinita.