¿Yasuní, vive o muere?

Autor: Marcelo Larrea | RS 69


>En el Yasuní se gesta una diversidad sorprendente de vidas que se extienden por toda la escala biológica

En las milenarias lenguas antiguas, el Waorani, Tagaeri, Taromenane, ubicadas como de las primeras lenguas de la humanidad por su estructura morfológica, la palabra Yasuní, se dice, significaría en español “tierra sagrada”.

Lo sagrado, que deviene del latín sacratus, se refiere a lo digno de veneración y respeto por su carácter divino, por su relación con fuerzas sobrenaturales, es por cierto un concepto abstracto. Por el contrario, para los aborígenes es un concepto concreto, Yasuní se refiere solo a sí mismo, a un paraíso, donde el amor esencia de la genética, simplemente respira, viaja en el tiempo, gesta una diversidad sorprendente de vidas distintas, interrelacionadas, independientes e interdependientes, que se extienden por toda la escala biológica, desde las partículas subatómicas acelulares y la molécula precelular, hasta los órganos, los sistemas, los organismos, la población,…, la biósfera.

Si uno camina en una ciudad como Londres, Nueva York, Shanghái o por cualquiera de las “selvas” de cemento, en las que ha degenerado la “urbanidad”, podrá comprender en un instante que, el Yasuní, pleno de una asombrosa biodiversidad en la que bulle la vida no es un concepto abstracto. Por ejemplo, la paleta cromática más prolífica de los más talentosos pintores del mundo, se ve reducida frente a la diversidad de los colores de sus flores, de sus rojos, azules, amarillos, de sus verdes, violetas, turquesas, naranjas, que vibran a frecuencias no registradas por los más avisados de nuestros ojos, en una suerte infinita de tonos, contrastes, y claro, formas y texturas.

La mayor riqueza arbórea del mundo
En una sola hectárea pueden encontrarse entre 600 y 700 variedades, capaz de integrar a un solo ejemplar de una especie

Las más de 3.000 especies de árboles conviven en una concordia sui generis, en una sola hectárea típica pueden encontrarse entre 600 y 700 variedades, capaz de integrar a un solo ejemplar de una especie.

El estudio, “Dinámica del Bosque Yasuní”, realizado por los científicos Hugo Romero, Consuelo Hernández y Renato Valencia, en un programa del herbario de la Universidad Católica, con la colaboración del Smithsonian Tropical Research Institut y la Universidad Aarhus de Dinamarca, los llevó a colegir que en el Yasuní hay la mayor concentración de especies arbóreas en el mundo.

Los estudios preliminares de sus distintas 500 lianas vegetales catalogadas, advierten la existencia de un género de calidad tan sofisticada que puede tener la resistencia del hierro, con una flexibilidad máxima y un peso insignificante, cuyo uso revolucionaría la industria mundial de la construcción.

Las plantas, troncos, hojas y flores pulsan la música de aromas cítricos, mentolados, amaderados, florales, dulces, quemados, acanelados, ahumados, descubriendo un universo excitante de perfumes, a más de sus propiedades nutricionales y curativas.

Una sinfonía de vida
Entre sus 200 especies de mamíferos se cuentan monos, venados, tapires, el jaguar, la huangana, el puma, los osos hormigueros, los cusumbos, los saínos, guatines, tigrillos. Sus 110 especies de insectos vuelan entre la vegetación cumpliendo funciones vitales, se posan en sus hojas, exhiben una geometría fantástica que intrigaría al ingeniero más agudo e inspiran la curiosidad de la vista.

Sus peces, paiches que pueden medir 3 metros de longitud y pesar 250 kilos, las cachamas ideales para fines medicinales, reducen el colesterol y los triglicéridos, fortalecen el sistema inmunológico, los tucunaris con sus hermosos colores verdes que pueden medir 1 metro, las palometas, bocachicos, bagres, sábalos, sus alucinantes delfines rosados, entre sus más de 500 especies registradas, dan cuenta de una sinfonía de vida acuática única.

Se han identificado por lo menos 610 especies de aves, cada una es un género de ensueño. Las más avistadas en los conteos del Ministerio del Ambiente han sido la Garcilla Cebra, la Oropéndola dorsirojiza, la Amazona alinaranja, y el Guacamayo ventrirojo.

Las por lo menos 200 especies de mamíferos cuentan entre ellas al venado, el tapir, el jaguar, la huangana, el puma, los osos hormigueros, los monos, los cusumbos, los saínos, guatines, tigrillos. Entre sus 139 especies de anfibios, hasta ahora catalogados, están las ranas venenosas conocidas como Sarayacu y Ecuatoriana, los estudios de sus estupefacientes advierten que pueden producir fármacos espectaculares, de hecho a lo largo de siglos o milenios han sido usados por las comunidades aborígenes con fines medicinales.

Desde los orígenes de la vida
Yasunidos han mantenido ejemplarmente su causa en alto obteniendo finalmente el pronunciamiento favorable de la Corte Constitucional
Las naciones Waorani, Tagaeri, Taromenane, han vivido ahí desde los orígenes de la vida, su lenguaje naturalista les permite comunicarse naturalmente con los pájaros, los animales, los insectos, hablar con los árboles y las plantas, son tal vez la última conexión que le queda a la humanidad para recuperar su naturaleza, para superar la enajenación en la que se debate, aislada cada vez más del pulso de sus sentidos.



Los Waoranis, como las otras naciones permanecieron en aislamiento voluntario, como medida de protección de su cultura frente a las distintas formas de colonialismo. Las labores del Instituto Lingüístico de Verano ILV, penetraron su tejido, abriendo las puertas a un proceso de transculturización, intensificado por la economía petrolera a partir de los años 70 del siglo XX.

Su actividad se extendió hasta cuando el pedido de varios líderes amazónicos, Miguel Tankamash (posteriormente primer presidente de la CONAIE), Sharimiat Shiguango, Ampam Karakras entre otros, fue acogido por el presidente Jaime Roldós en mayo de 1981, al decretar la expulsión del ILV, solo una semana antes de su fallecimiento, cuando el avión presidencial en el que viajaba a Celica explotó en el aire, evento no esclarecido hasta la fecha.

Dos genocidios de Taromenanes
Los Taromenanes, para quienes su hábitat natural particularmente es el Yasuní, han sido víctimas de dos genocidios recientes, en el 2004 y en el 2012, tampoco esclarecidos hasta la fecha.

El último, implicó el asesinato del 30% de su población, en una compleja trama que privilegió el asesinato de mujeres y niños para su mejor exterminio, confrontó a Waoranis y Taromenanes. Tras bastidores, lo obvio, se cierne la pretensión de extender la frontera petrolera.
El Yasuní, es un lugar donde nace y renace la vida, donde uno puede ver, escuchar, palpar, oler, saborear, degustar, conocer la maravillosa fantasía concreta real de la naturaleza. Un paraíso que no se puede construir con todos los billetes del mundo, con toda la riqueza de monedas impresas, contables o digitales de todos los bancos del mundo y de todas las fortunas del mundo.

Sin embargo, por esa ceguera que exalta al dinero como valor único en esta penosa época de la historia humana, el Yasuní está en peligro por un solo objetivo codicioso. Sobre sus jaguares y tapires, sobre sus coloridos loros, sobre sus orquídeas y flores, sobre sus árboles y lianas, sobre sus colores y aromas, sobre sus ranas y delfines rosados, sobre sus habitantes milenarios, Tagaeris, Taromenanes, Waoranis, se cierne la amenaza de ampliar la frontera petrolera en sus inmediaciones, de perforar su ecosistema, de someterlo a los riesgos cancerígenos que en los años de Texaco Chevron, ya provocaron el genocidio y desaparición de los Tetetes, y una metástasis que mata a cada paso, que ya se extiende por un millón y medio de hectáreas, amenazante sobre la prodigiosa amazonia en su conjunto.

Hacia la consulta popular
El Colectivo Yasunidos, luego del perverso juego de máscaras de la denominada Iniciativa Yasuní, utilitariamente usada para vestir del traje de ecologista al gobierno de Rafael Correa, y de su anunció de explotar el petróleo del Yasuní, formuló la propuesta de una Consulta Popular dirigida a proteger la intangibilidad del Parque Nacional Yasuní, bloqueando indefinidamente la extracción de crudo.

Ha transcurrido una década de recolección de firmas, de bloqueo de la consulta por un Consejo Electoral servil. Yasunidos han mantenido ejemplarmente su causa en alto venciendo todo tipo de adversidades, obteniendo finalmente el pronunciamiento favorable de la Corte Constitucional. Ahora Ecuador irá a una Consulta, donde el público debe decidir si el Yasuní, vive o muere.