Shirma Guayasamin: una aventura en la escultura textil

Autor: Marcelo Larrea | RS 67

Cúmulo, una exposición de Shirma Guayasamín, abierta hasta el 27 de mayo en Más Arte + A Galería Taller, ubicada en la av. 12 de octubre en Quito.

Shirma, lleva un nombre Shyri, proviene de la comunidad de los hijos del sol, pobladores originarios del centro del mundo. No sé si la fonética fue o no una invención de sus padres, Oswaldo Guayasamín y Luce de Perón.

Lo que se puede intuir es que, es una representación del femenino de Shyri, que significa hija del sol, en el caso de ella de dos soles y también de dos lunas, que iluminaron y vibraron en Quito en la segunda parte del siglo XX, dejando rastros profundos, polémicos, inolvidables. Para Shirma, el arte es la vida misma, es su vida. Nació y se formó entre lienzos, colores, pinturas y esculturas de sus padres y su abuela materna, entre los versos de Luce, las piezas tridimensionales en barro de las antiguas culturas de estos territorios, las piezas de la Escuela Quiteña, en medio de la profusión creativa de su padre.

No es extraño entonces, que haya creado obras como “Vuela Alto”, el cóndor tridimensional dibujado en metal, en un volumen que descubre sus alas, su vuelo, su equilibrio, la poesía natural que le inspira a ser el pájaro de los gigantes Andes. La pieza da nombre al intercambiador que enlaza al valle de Tumbaco y Quito y evoca la presencia del ave símbolo de la antigua nación de Quito y su continuidad en la República del Ecuador.
Cúmulo

Nos presenta ahora “Cúmulo”, una exposición que innova la escultura textil, advierte sus potencialidades expresivas, abre las puertas a nuevos caminos en la creación plástica y escultórica. En un país como Ecuador, eminentemente plástico, visual, pleno de colores, volúmenes, luces, por su propia diversidad, la escultura de Shirma, sin dejar de seguir las huellas de las esculturas en barro de las culturas antiguas, toca con sus fibras los desafíos de la escultura en un tiempo como el que vivimos, donde la síntesis y la liviandad, exigen profundidad.

Shirma en esta muestra, sintetiza con genio y sensibilidad los pliegues del espacio tridimensional, y evoca los sueños de Calder por capturar el movimiento, en formas cambiantes, que en el siglo XX abrieron horizontes a la escultura abstracta.

Si. Esculturas que, gracias a la liviandad de los materiales textiles, pueden ser enormes y pesar casi nada. Y moverse con el viento. Y como un poema polisémico producir diversas imágenes y sentidos, e inspirar esa catarsis que solo la belleza produce. No solo construye con la materia y el movimien No solo construye con la materia y el movimiento. También lo hace con el color.

La pureza de sus tonos, sus contrastes, su armonía, no son un producto de la reflexión abstracta, son solo la constatación de que el color vive, tiene por sí mismo luz, espacio, profundidad, resonancias propias, música. Las texturas y las formas con las que hilvana su propio lenguaje, además tienen dispositivos eléctricos para iluminarlas desde si mismas.

Fluente, Shirma
El conjunto de los elementos que teje Shirma, le permiten captar y expresar el carácter curvo del espacio, no es un espacio lineal de dos dimensiones o de tres dimensiones, es pluridimensional.

A lo mejor, por eso, la exposición se denomina “Cúmulo”, como los cúmulos de nubes, que se hacen y se transforman con el viento, el movimiento de la tierra, los rayos del sol; como los cúmulos estelares, globulares o galácticos, que se agrupan atraídos por su gravedad mutua, que dibuja su equilibrio y su forma, como ocurre con los materiales que la artista ensambla.

A sus obras de gran formato, suma la artista, obras de pequeño formato, donde, por ejemplo, jugando con sus dimensiones, su textura, sus colores y contrastes, descubre sus tonos metálicos y a la vez tierra y eleva los granos de maíz a la condición de joyas de piedra, de cobre, oro, diamante o cristal.
Una exposición para verla, para transitar en ella y sentirla. Para descubrir que la belleza anima y late en la naturaleza y esta suelta, ahí donde una mirada despierta la descubra.

Un estado de ser Gabriela Moyano

La curadora de la exposición Gabriela Moyano, presenta la muestra en este texto:

“El arte es un estado de ser. Naces con la capacidad de integrar tu energía en objetos; energía para crear cuerpos que nunca antes existieron los cuales pueden ampliar el conocimiento de las personas sobre su planeta, sobre su entorno, sobre sus problemas” (Magdalena Abakanowicz).

Alejándose de representaciones de lo natural, Shirma emite desde la misma naturaleza el material que conduce hacia la forma que le permite ser. Manteniendo el carácter contenedor de esta gran matriz para que los materiales contemplados se vayan insertando en el paisaje mismo de la muestra.
Un paisaje que alude a proporciones menores del ecosistema y la industria. Piezas a gran y pequeña escala que pueden desplegarnos y que desafían toda categorización.

Las fibras y el textil como un medio escultórico, relacionándolas con el cuerpo y el mundo en que vivimos. ¿Cómo estas nos hacen sentir por sus componentes y la energía que cargan debido a su origen y sus usos?

La producción de Shirma Guayasamín se crea a través de un proceso intuitivo para conservar la calidad original de los materiales recolectados. Tanto las estructuras tejidas como los objetos se crean a partir de la naturaleza -ya sea por su forma o componentes- permitiendo que las obras hablen sobre la relación entre los humanos y esta; cómo la usamos y controlamos.



A primera vista, las esculturas parecen desordenadas y complejas, con sus expresiones exageradas y formas diversas. Las fibras enraizadas entre sí, conteniéndose, no solo son materia sino también paisaje. Su tamaño atestigua su material como aserción de que estamos simplemente de paso y lo que perdura siempre ha estado aquí o es residuo de lo que hemos industrializado.

En la instalación que une la serie “Residuos” y “Gabinete de curiosidades”, un arreglo de resina y gomas, sumerge y encapsula la naturaleza que se aferra a una plancha de acrílico en lo que parece ser una pared de un bosque húmedo o de un acantilado. Los artículos no son chatarra, ni decoración o vegetación, pero ciertamente son hechos por el humano. No fueron colocados al azar; tal vez se les permitió intencionalmente parecer equilibrados. Curiosamente, estos elementos llaman la atención sobre sí mismos, por el espacio en el que existen y el ecosistema en el que ahora cohabitan. Hasta cierto punto, la instalación se asemeja a un entorno de historia natural, creado por medios no naturales.

“CÚMULO” reúne obras de 3 amplias series de la artista, las cuales invitan al estudio tanto de los elementos individuales así de cómo interactúan entre sí. Ocultos bajo el evidente atractivo de la flora, se encuentran un estudio de formas y materiales que convergen en su cotidiano resultando en esculturas que son decididamente indefinibles en términos de su forma. Gabriela Moyano, 2023

Shirma Guayasamín Nacida en Quito, Ecuador, 1957. Cursa Arquitectura en la escuela de Bellas Artes en Paris, período durante el cual se inicia en la cerámica. De regreso al Ecuador abre su taller “Tierra y Fuego”, e incursiona en la escultura. Realiza, junto con su hermana Dayuma, su primera exposición en la Galería Artes de Quito (1980). Viaja a San Francisco (1995) donde estudia escultura y cerámica. Expone en galerías del área. A partir de 1998, reside en Barcelona cursando Escultura en la Llotja, Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.

Nuevamente en Quito (2001), realiza la exposición individual “Cuerpos más Allá de los Límites”, Centro Cultural Metropolitano (2003), presentando obras en malla de metal, que al integrar el movimiento y la sombra componen frágiles instalaciones.

En la Universidad Central de Quito, se inicia con la soldadura en metal, material que le permitirá definir su predilección por los grandes formatos. Realiza varias comisiones privadas y culmina con la obra pública “Vuela Alto”, un cóndor monumental situado a la entrada de Quito (2015).

A partir de la residencia artística “Sculpture Installation and New Media Art”, en la SVA, Nueva York (2016), vuelca su atención a materiales que le posibilitan un trabajo donde predominan las texturas, transparencia y movimiento, los que, combinados con su interés por la naturaleza, configurarán “Floraciones Singulares”, exposición individual en la Galería ECX, Quito (2018).

En el marco de la Fiesta de la Luz de Quito (2018), participa en el Taller de Luz de Eric Barray. La iluminación añade un lenguaje adicional a sus esculturas.
Expone obras de luz en “Destejer la Historia, Los Hilos de la Memoria”, Centro de Arte Contemporáneo de Quito; en la exposición paralela de la Bienal de Cuenca, “Estructuras Vivientes”, Cuenca; y, en la FLACSO, Quito (2019). Cursa “Soft Sculpture” (2020), SVA, Nueva York, y empieza a explorar el arte textil.

Estas piezas se exhiben en la muestra ”Samay, el Espíritu de la Selva”, Casa de la Cultura Ecuatoriana (2021), seguidamente en Paris, Mairie Du 8ème Arrondissement (2022).

En el 2021 participa en la muestra colectiva ‘Las Artistas en el MUNA. Formas de hacer y ser visibles’ en el Museo Nacional del Ecuador.

El proyecto “URDIMBRE” fue seleccionado para participar en el taller residencia “Aprendiendo de la Tierra”, ALPS ART ACADEMY, Tenna, Suiza. Esta instalación pública fue una obra conjunta trabajada con su colega Françoise Polo.