¿Quiénes jodieron al Ecuador?

Como país ya nacimos jodidos. Estamos jodidos desde siempre y hasta siempre. En 1830 ya amarraron las “élites”, en la primera Constitución reunida en Riobamba, para que el presidente sea uno de los suyos. Fue elaborada a la carta, bajo pedido, hecha a pedir de boca para que unos poquísimos privilegiados se queden con “el santo y la limosna” del poder de aquel momento.


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El pueblo popular ni se enteró, ni supo cuándo y cómo esa gente llegó al poder, pero ahí estaban, ahí se quedaron. Se repartieron el “pastel” entre ellos, ni las migajas le dejaron al soberano. Desde entonces la jodedera ha sido la compañera permanente de nuestro país.

En Ecuador hubo, hay y habrá muchísimos jodidos y, al mismo tiempo, poquísimos opulentos y privilegiados. La iniquidad, la desigualdad, la concentración del poder y de la riqueza en pocas manos han sido la “línea del tiempo del escándalo” nacional. En esa lógica sociopolítica-económica- cultural-, educativa, religiosa, ambiental, humana… nos hemos subdesarrollado como país, nación o patria. Al fin y al cabo, estamos tan jodidos que ni capacidad histórica para reaccionar hemos tenido. A través de la historia republicana “nos han dado como bombo en fiesta”. Hasta parece que nos hemos acostumbrado a que nos jodan, ultrajen, humillen. Hemos aceptado todo lo que nos ha tocado vivir como país y como personas. La mayoría de las veces sin decir ni “chus ni mus”.

PAÍS O HABITANTES DE UN TERRITORIO

Desconocemos si somos un país, una nación o una patria, o simplemente un conjunto de personas que hemos nacido en un territorio llamado Ecuador, tal vez unidos por una historia común y diferente, con unos símbolos patrios que a muy pocos les importa, con ciertos distintivos que nos identifican tenuemente pero que no nos consolidan ni nos congregan alrededor de un objetivo nacional. Cada uno hace lo que le parece y la patria esta bien guardada en un armario que solo sale a la luz pública cuando conviene a un grupo de interesados.

El cuándo se jodió el Ecuador, desde mi perspectiva, no tiene una fecha exacta ni calendario, el cómo no es uno solo, sino que tiene múltiples ¿cómo? que se han articulado y han respondido “eficientemente” a los tiempos históricos y a los intereses de las clases dominantes que han desgobernado y destruido la patria. Puedo decir que es un proceso permanente, sostenido en el tiempo, aupado por los privilegiados del momento, en detrimento de los sectores más pobres y vulnerables de la patria. Nos jodieron desde siempre, y quizá hasta aplaudimos porque simplemente pensábamos que “así mismo ha de ser” o que en la otra vida hemos de encontrar la recompensa a nuestras privaciones y sufrimientos.

También están los quiénes jodieron al país, aquellos que desdirigieron las riendas del país, aquellos que manejaron y manejan el país a su antojo, de acuerdo con sus intereses y los de sus grupos. Entre ellos están aquellos grupos económicos y financieros que medraron del Estado a través de cada gobierno de turno, por medio de sus contactos, palanqueos, privilegios, negociados, contratos jugosos… también están los ‘politiqueros de turno” que, en vez de gobernar para el pueblo, gobernaron y gobiernan para sus adláteres y cercanos. Esos grupos se han valido y se valen del poder que “ganan en las elecciones” para hacer de las suyas y beneficiar directamente a su cofradía. Gracias a esos entronques con el poder de turno, algunos grupos económicos se han consolidado como núcleos, desde los cuales se han definido y definen decisiones de incidencia nacional pero solo para su beneficio. Estos grupos han tenido y tienen acceso directo al control del Estado con el fin de consolidarse y expandirse. Una gran herramienta para lograr este objetivo ha sido y es el sistema político vigente, puesto que han logrado captar y cooptar a las élites políticas como parte de su estrategia de consolidación económica.

EPULÓNICA CODICIA

Mientras unos pocos han jodido el país y le han exprimido como a limón seco, y viven en la opulencia, la gran mayoría, igual que el país, se ha jodido, pues al no tener los contactos ni los accesos al poder estatal, simplemente recibe lo que “buenamente” deja gotear la epulónica codicia. Las grandes mayorías están en la pobreza, en el desempleo, sin acceso a salud oportuna y eficiente, sin medicinas, un alto porcentaje de niños menores de 5 años con desnutrición crónica, sin agua potable ni alcantarillado, carentes de educación de calidad, con vías de acceso de tercera o cuarta a sus pueblos y comunidades, una ruralidad abandonada a su suerte en donde los campesinos tienen que enfrentar adversidades y vencer obstáculos para sobrevivir. Ellos son huérfanos en las instancias de poder, solo son tomados en cuenta cuando buscan su voto, luego olvidados y abandonados a su suerte. Ellos están y viven jodidos cada día, mientras unos pocos viven muy bien a costilla de los más pobres. El “último día de despotismo y primero de lo mismo” pintarrajeado a la sombra de la noche en algunas paredes quiteñas por algunos “patriotas que buscaban la independencia del yugo español, se ha convertido en una especie de “carta magna” que ha conducido el quehacer desintegrador de nuestro país desde que somos Ecuador. El despotismo entendido como “el abuso del poder por parte de una autoridad. Se realiza de forma arbitraria y fuera del límite de la ley. Este término suele aplicarse al ámbito gubernamental, siendo así el despotismo una forma de gobierno. En esta, el poder se aplica sin límites y de forma arbitraria”. (“Despotismo – Qué es, definición y concepto | 2022 | Economipedia”)

DESPOTISMO CRIOLLO

En Ecuador ha imperado, desde que somos república, una especie de “despotismo criollo”, que se ha impuesto sutilmente, sin aspavientos ni empleo de la fuerza. Simplemente ha ido calando y haciéndose parte de nuestra ecuatorianidad.

Aunque parezca, a primera vista, democrático y que trabaja para servir al pueblo y atender sus necesidades, que ha guiado los diferentes quehaceres nacionales a lo largo y ancho de la patria y en todos los períodos de su historia republicana, en esencia es una forma de gobierno sui generis que ha combinado los diferentes populismos de varias tendencias con ciertos gobiernos sustentados en ideologías de centroderecha e izquierda. Aunque hayan tenido matices que los diferenciaban, en cierto sentido todos han coincidido en gobernar para los grupos de poder que han manejado y manipulado los gobiernos de turno a su antojo y conveniencia. Unos de forma descarada y otros con ciertos matices empelados para disimularlo.

Muchos “connotados e ilustres” se han empeñado en hacernos creer que Ecuador es un país libre y democrático, aparentemente libre para que hagamos lo que nos plazca dentro del marco de la Constitución y la Ley, para que escojamos ser y hacer lo que esté a nuestro alcance aunque muchas posibilidades son inalcanzables por una serie de factores y circunstancias, libres para ser lo que no queremos ser pero que estamos obligados a ser porque no hay otra alternativa, libres para carecer de empleo que es lo que más hace falta, de servicios básicos como agua y alcantarillado que para muchas personas aún es un sueño inalcanzable, de acceso a salud y educación que, en muchos casos, se vuelven lejanos y prohibitivos…

Democrático, dicen que es porque con nuestro voto disque elegimos a quienes nos imponen que los elijamos, aunque en su postulación como candidatos solo están quienes son los “dueños” de esos partidos y movimientos, y nos han endilgado la responsabilidad que tenemos para elegir al mejor de los candidatos que nos han impuesto, aunque sean verdaderos disparates, y hasta nos han dicho que nuestro voto es fundamental para la continuidad de la democracia, por eso hasta lo han hecho obligatorio. Votar es una especie de disfraz que usa las élites para legitimar su entronque con el poder.

¿VIVIMOS EN DEMOCRACIA O EN CONSTITUCIONALISMO?

Las campañas electorales, al menos desde 1978, son tan “enternecedoras”, pues, los candidatos, sean de la línea polítuca que sean, se deshacen por “vestirse de pueblo”, parecen tan cercanos y tan identificados con las necesidades populares que hasta van a los barrios, comen en los mercados, bailan en las plazas, dan la mano al que es y al que no es, regalan calendarios, gorras, camisetas, esferográficos, fundas de arroz y azúcar, se esmeran a fondo por llegar al “corazón del pueblo”, hacen de todo y ofrecen “el oro y el moro”, “venden humo al por mayor”, todo con el único fin de conseguir el tan codiciado voto del pueblo popular.

En los discursos de campaña los más grandes beneficiados y especialmente atendidos son, al menos en esas palabras de los candidatos empachadas de demagogia, el pueblo más pobre y vulnerable, pues le ofrecen solucionar todos los problemas, el paraíso les queda corto a estos badulaques y encamadores que juegan con las aspiraciones y anhelos populares.

Ellos juegan a la democracia, ellos se divierten con nuestra participación, ellos sacan ventaja de nuestro voto, que después de las elecciones, el ganador lo secuestran y nunca más, mientras ejerce el poder, asoma por nuestros pueblos, barrios y comunidades a rendir cuentas ni a contarnos qué está haciendo por cumplir con lo que gratuitamente nos ofreció.

TODO PARA EL PUEBLO, PERO SIN PUEBLO

El “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” (Federico II de Prusia), es la ‘brújula” que ha orientado y orienta a los gobernantes de turno, que una vez que ganan las elecciones, simplemente se olvidan del pueblo y de todos los ofrecimientos. Allí impera y opera el “yo te ofrezco, busca quien te de” desde casi 200 años. Ellos en sus discursos se rasgan las vestiduras por el pueblo, nos endilgan epítetos que nos hacen creer que somos su máxima preocupación, pero cuando llegan al poder, las cosas cambian, allí ya no asoman ni aparecen por los caminos y lugares que recorrieron en campaña, simplemente gobiernan para los grupos de poder que han representado y representan.

Los partidos y los movimientos políticos son los brazos “democráticos” de los grupos de poder para, a través de las elecciones, captar el poder y “dirigir” el país de acuerdo con los intereses que representan. Allí es donde cuajan sus intereses y los llevan a la práctica en desmedro de las grandes mayorías.

Es un poder vacío de pueblo pero colmado de abundantes intereses particulares que buscan beneficiarse al máximo de la oportunidad que tienen para canalizar el aparato estatal hacia sus objetivos y metas. Ellos, aunque parecen inofensivos se han beneficiado de la “sucretización” en el gobierno de Osvaldo Hurtado, de la “dolarización” en la administración de Jamil Mahuad, de las exenciones tributarias que en varios gobiernos han beneficiado a varios grupos económicos, de préstamos de la Corporación Financiera Nacional de la que han recibido millones de dólares y han dejado de pagar, la cartera vencida es abultada y casi imposible de cobrarlas porque es “arreglo entre panas”, igual ha pasado con el antiguo banco de Fomento hoy BanEcuador que los grandes préstamos han sido orientados a los grandes productores y agroexportadores y en mínima proporción a los medianos y pequeños agricultores.

Y, ¿LA CORRUPCIÓN?

También la corrupción, al por mayor y menor, que se ha dado y se da en todo el tejido del poder, al desviar los fondos para la obra pública, priva al pueblo de muchas obras de calidad que atiendan y solucionen las múltiples y diversas necesidades de los sectores más vulnerables del país, que por cierto en vez de solucionarlos, se siguen incrementando y agudizando. La corrupción también ha jodido al país. Gracias a la corrupción han surgido los “nuevos ricos”, aquellos que se han aprovechado de sus funciones y de sus contactos para atracar los fondos públicos de diferentes formas y utilizando un sinfín de mecanismos. El gran perjudicado de esta barbarie de la corrupción es el pueblo sufrido y aguantador. “Las mentiras envuelven a la verdad como la telaraña envuelve a su presa”. Esa ha sido la lógica del poder. Hay algunos que joden y la gran mayoría estamos jodidos.

Osvaldo Fierro