Poderosas estructuras fronterizas en medio del atroz estado de cosas

Autor: Patricio Zuquilanda Duque | RS 61

Para vivir en la FRONTERA se necesita valentía y convicción. Las cuestiones cruciales a las cuales se enfrentan la mayoría de líderes en distintas latitudes del mundo a lo largo de la historia, se refieren a asuntos específicos relacionados con la geografía y las fronteras: Henry Kissinger; cita a Rusia como el país que, al poseer once husos horarios en la inmensidad de su territorio, siente inseguridad debido a sus pocas fronteras defensivas naturales y, como es lógico, actúa con sus propios imperativos geográficos e históricos; el mundo siente esa permanente percepción de inseguridad, junto al intento obsesivo de aislar su vasta demarcación, imponiendo un cinturón de solidez, como lo intenta, en la actual agresión a Ucrania. 

 
Cito esta reciente situación, porque al tratarse de un hecho fronterizo, es claro que Rusia procura evitar que la OTAN penetre a través de Ucrania en su línea de seguridad, si eso fuese así, “la amenaza” se hallaría a quinientos kilómetros de Moscú. De otra forma, si la frontera se establece en el lado occidental de Ucrania, Rusia estaría muy cerca de Budapest y Varsovia; nada conveniente para los intereses de Europa y sus aliados. Como vemos, la delimitación de fronteras sigue vigente y es aún, asunto inamovible de la política internacional de las naciones. Al presentar Cartas Credenciales al Primer Ministro Goh Chok Tong y acreditarme como Embajador de Ecuador en Singapur, llamó mi atención que, inmediatamente de comentar asuntos latinoamericanos y ecuatorianos como era de mi conveniencia, ese mandatario, abordó con premura en nuestra conversación, asuntos de frontera entre las dos Coreas: se interesó en saber mis impresiones profesionales y, principalmente, la base sobre la cual se asentaba la propuesta de “diálogo para la paz” que inició el Presidente Kim Dae-Jung, Presidente de Corea del Sur con su contraparte de Norte, Kim Jong-Il. 
 
En América Latina: tenemos problemas no resueltos en la delimitación marítima y en  fronteras terrestres; además, temas de animosidad política a los cuales nos resistimos a enfrentar con creatividad y responsabilidad negociadora: arriesgamos con inercia  diálogos fallidos permanentes o mal acometidos y aunque no sea muy evidente, cargamos una región disociada por la perspicacia de ideologías extrañas y la penetración terrible del narcotráfico principalmente por el cordón fronterizo: constantemente gana el delito y penetra en toda la institucionalidad de las naciones. Las fronteras son permeables y son áreas que en su mayoría no se hallan en el marco de Programas Especiales de Desarrollo; más bien, son inmensos territorios, ocupados con una mala planificación estatal.



Estimo que es momento de afianzar novedosos propósitos de comercio y desarrollo para las respectivas sociedades fronterizas, con una nueva dosis de entusiasmo y con desapasionado análisis político y técnico en estas regiones; nuestro fin: conseguir viabilidad económica y seguridad para las poblaciones que habitan estos ricos territorios. Vamos a explorar y debatir sobre fronteras; sus funciones, su capacidad de cierre, apertura y contención así como la demarcación. Con espíritu creativo y sin dejarnos llevar por las tendencias del momento, peor de influencias políticas. 
 
Quisiera examinar las posibilidades que tenemos para llevar adelante, propuestas originales y realistas programas de integración y trabajo conjunto. Tomamos en cuenta las fronteras en los estudios fronterizos; y hemos revisado esos conceptos a lo largo de la historia; valoramos investigaciones muy profesionales que nos advierten que, en los últimos 20 años los estudios sobre fronteras, han superado los límites de disciplinas como la geografía, ciencias políticas, historia, sociología, antropología y las relaciones internacionales, entre otras: luego de ello limitaremos por el momento nuestras observaciones a las fronteras de América Latina.  

Dejaremos por fuera del análisis la frontera de México-Estados Unidos, que se ha erigido como modelo emblemático de las fronteras (Ribas, 2011), especialmente por la desigualdad y la asimetría que contiene y más bien, por el objetivo de esta propuesta, citaremos a varios autores a fin de enmarcar con claridad, qué es lo que nos proponemos a fin de intentar liberar de las cadenas de la inoperancia con las que mantenemos atadas a las áreas de frontera Ecuador-Colombia y Colombia Venezuela.  

La noción de metrópoli transfronteriza de Herzog quien postula que, para entender las ciudades de frontera hay que tener en cuenta dos aspectos: el primero, es el proceso de convergencia/integración o divergencia/independencia de las dos sociedades que se juntan en la frontera: el segundo, es la posibilidad y necesidad de políticas elaboradas de manera binacional para las ciudades fronterizas” (Alegría, 2008).

Para este autor la frontera tiene dos tipos de funciones antagónicas y unificadoras, las primeras separan y las segundas unen a las regiones de la frontera, estos últimos son los que subyacen en la noción de metrópoli transfronteriza. En esta propuesta, Herzog concluye que hay un sistema social transnacional que crea una comunidad de intereses en torno a la frontera (Alegría, 2007). Por tanto, la interacción promovida por la globalización, la sociedad red, la hibridación es la que genera integración y la emergencia de una metrópolis transfronteriza.. de ciudades fronterizas vecinas (Alegría, 2008). Para que la noción “continuidad transfronteriza” tenga asidero teórico son necesarios tres supuestos, según Alegría: 

1. Los actores sociales de las colectividades en ambos lados de la frontera conocen procedimientos de acción similares. 

2. Los actores sociales de ambos lados de la frontera interpretan y aplican del mismo modo los aspectos semánticos y normativos de esos procedimientos de acción. 3. Los actores sociales de ambos lados de la frontera tienen acceso al mismo tipo de recursos. Pero, como lo indica la evidencia, estas condiciones de estructuración social no se reúnen en la frontera (Alegría, 2008). 

Acá se halla la importancia de la reunión ampliada de Ipiales, en Marzo de 2023, entre Representantes de las Cámaras de Producción y Comercio del Departamento de Nariño y la Provincia de Carchi; en ella se dio paso a la iniciativa que presenté sobre la posibilidad de Estructurar Una ZONA ESPECIAL DE DESARROLLO ECONÓMICO BINACIONAL DE FRONTERA con la integración en ella de Nariño, Putumayo, Esmeraldas, Carchi, Sucumbíos y probablemente Imbabura. Paralelamente, examinar la viabilidad de establecer una ZONA FRANCA constituida por las ciudades gemelas de Ipiales y Tulcán. 

Para aquellos profesionales que sostengan grandes e insalvables dificultades sobre esta iniciativa de desarrollo productivo y comercial colombo-ecuatoriana, debo decir que, desde los años setenta, los estudios brasileños sobre ciudades gemelas plantean que, las asimetrías y las diferencias en los espacios fronterizos, son los que promueven la interacción laboral, los flujos de capital, el acceso a recursos y servicios de consumo colectivo (Machado, 2005; Marques y Machado, 2008), entre otros. Los ejemplos los encontramos en la realidad; que son, las desigualdades y las asimetrías entre urbes fronterizas próximas las que favorecen el intercambio comercial, la interacción y la producción de dependencia mutua: relaciones económicas, convenios, flujos de población, etc. Para definir el carácter transfronterizo de las ciudades. 

NO HUIR A LO CONCEPTUAL 
Sin renunciar a conceptos de demarcación y localización y otros asuntos migratorios, debemos tener presente prácticas de producción social en las fronteras; (Zapata-Barrero y Ferrer-Gallardo,). La tensión que produce la movilidad humana en el cruce de la frontera es el aspecto más notorio de esta relación, procesos de cierre o endurecimiento -re-fronterización o apertura -des-fronterización (Durand, 2015) son las principales preocupaciones y tensiones que definen las políticas de migración y circulación así como la percepción sobre el rol de las fronteras. 

Hasta ahora, el liderazgo en la vinculación de los países en las zonas fronterizas se mantiene bajo responsabilidad de la diplomacia y las relaciones económicas; estos procesos que no corresponden a la escala global de las naciones, pero que forman parte de ella, ocurren en territorios multifacéticos y transfronterizos que conectan procesos, instituciones y actores locales o nacionales, pero, no necesariamente mediante el sistema formal interestatal (Sassen, 2010). Por ejemplo, el Estado colombiano priorizó mediante el Plan Fronteras para la Prosperidad, impulsar el desarrollo social y económico en las zonas de frontera y actúa hasta ahora, como ente coordinador entre las diferentes agencias y entidades del Estado; sin embargo, construir una política pública de frontera que propenda al desarrollo estructural de estos territorios, cuyas brechas sociales y económicas son superiores a las del promedio nacional, no fue posible hasta la fecha.

En Ecuador igual; desaparecida la Subsecretaria de Desarrollo Fronterizo y asuntos Amazónicos, se dio por finalizado el intento de formular, orientar, ejecutar y evaluar la política exterior en materia de integración y desarrollo fronterizo, en coordinación con las autoridades locales y nacionales; cuando sea del caso, e impulsar, articular, financiar o cofinanciar la implementación de programas y proyectos de desarrollo e integración fronteriza, objetivo similar en el cual habían avanzado los Gobiernos de Ecuador y Colombia de manera conjunta desde los años ochenta. 

Bilateralmente, con el apoyo político al llamado Plan Binacional de Integración Fronteriza en el marco del cual se constituyó formalmente el Fondo Fiduciario de Desarrollo Fronterizo Ecuador-Colombia, se avanzó poco y en proyectos bastante insustanciales que no significan un cambio real en la estructura económica y comercial de la frontera común.  Si bien es cierto que lo transfronterizo puede ser percibido en una escala de menor rango vinculado con lo nacional, son expresiones de la globalización y manifestaciones muy importantes de la relación binacional o multinacional. Los intercambios comerciales se dinamizan por la existencia de la frontera, gracias a ella y en ocasiones a pesar de ella, de modo que es la frontera, en su expresión territorial, la que actúa como dinamizador de los vínculos entre los Estados. 

Incluso, la categorización del territorio fronterizo para el desarrollo, que había sido ampliamente discutida en las décadas de los ochenta, noventa y mediados de los dos mil en el marco de la globalización; después del 2005, volvimos a  remitirnos a la función territorial en términos de defensa de un espacio soberano, marcador de identidad y memoria histórica, símbolo de autoridad política y control de la sociedad, al actuar como filtro de las personas que entran y salen; aunque muy pronto, el afán de atraer capitales y bienes y participar del mercado internacional, obligó a una redefinición del carácter regulador de las fronteras que no siempre va aparejado al libre tránsito de personas, es el caso muy marcado de Colombia-Venezuela estos últimos años.
 
Para avanzar en el objetivo de esta propuesta, nada mejor que visualizar lo que acontece en la frontera Ipiales Tulcán: es escenario de una serie de movimientos expresados en cruces diarios y semanales que no tienen por objetivo el establecimiento en el “otro lado”.

Las disparidades económicas y las asimetrías entre estas zonas, convierten a las fronteras en un recurso comercial muy importante, en la medida que el cruce proporciona ganancias que no se obtienen en el territorio nacional, o por lo menos no en la misma proporción. Así “el límite, la frontera y la movilidad devienen recursos, para definir estrategias de reproducción a partir del aprovechamiento de las disparidades entre territorios” (Benedetti y Salizzi). 

No creo que haya en América Latina un ejemplo de mayor movilidad y fácil convivencia como la que se experimenta entre Ecuador y Colombia: atravesar para comprar o vender, cuidar, comer, celebrar o estudiar; estamos llenos de ejemplos de pasos diarios con fines de salud, consumo, tráfico, ocio, comercio legal-ilegal, formal-informal; desplazamientos cortos cuyo objetivo no tiene que ver con quedarse del todo, sino por periodos cortos.  Estoy totalmente de acuerdo con Konrad cuando señala que las fronteras están en movimiento y las teorías tienen que alinearse a este “giro” en las ciencias sociales. El movimiento está fuertemente relacionado con la interacción, flujos, reubicaciones y prácticas de cruce incluso en contextos de serios conflictos o controversias.

Es preciso cambiar la mirada, dejar de ver la línea para centrarnos en la interacción dinámica que se produce en la frontera, en especial a partir de la movilidad y los negocios.  

La relación de los habitantes fronterizos en Colombia y Ecuador es de tanta riqueza cultural y de negocios que, es un desatino dar prioridad a la delimitación antes que a la integración verdadera; el diseño de políticas de endurecimiento de las fronteras a distintas escalas, donde el control atente contra el desarrollo compartido, no viene con estas sociedades que nunca escogieron por voluntad propia su separación política: un rol de apertura generalizada en el comercio y los negocios en general, pondría por delante el progreso que es lo que desea la sociedad.

Creo necesario advertir sobre el resurgimiento o reavivamiento del nacionalismo mal entendido y los procesos de endurecimiento y cierre de las fronteras, muchas veces por actitudes políticas y malas interpretaciones ideológicas. 

SI COLOMBIANOS Y ECUATORIANOS NO SE HAN DADO CUENTA 
La proximidad real de nuestras zonas de frontera se construyó a lo largo de los siglos con intercambios, pasos diarios de personas; fenómenos locales de circulación y movilidad fronteriza; prácticas fronterizas productivas y reproductivas que buscan aprovechar las ventajas comerciales del cruce. Diferencias cambiarias cerca de un siglo que propician el tránsito al otro lado para trabajar, comprar o acceder a recursos que no se obtienen en el origen, independientemente de los litigios bilaterales.

Todo mundo sabe en Ecuador, Colombia y Venezuela; incluso Perú, que las personas buscan resolver problemas o ganar recursos económicos cruzando el límite; mientras en esa búsqueda van configurando territorialidades particulares y características de las zonas, comunidades y ciudades binacionales sin buscar autorización de autoridades políticas, aduaneras, militares o policiales transitorias. De hecho, el consumo fronterizo, la existencia de mercados laborales fronterizos, las brechas de desarrollo comercial que se expresan en los tipos de cambios, los servicios de todo tipo y las actividades lícitas o ilícitas de tipo formal e informal, son algunos de los factores explicativos para plantear entre otros factores de acercamiento la ZEDE Binacional de Frontera y la Zona Franca Ipiales Tulcán. Sin embargo, sin interacciones previas, intereses compartidos o reconocimiento de dependencia mutua, difícilmente se habría podido configurar la aspiración de los pueblos que habitan y trabajan en estos espacios territoriales más allá de la voluntad política de autoridades gubernamentales. 

Tenemos un trabajo que reta la capacidad de los políticos y demás instituciones nacionales, públicas y privadas y cito las reflexiones realizadas en el contexto de la Universidad Arturo Prat, Instituto de Estudios Internacionales de Chile, a Marcela Tapia Ladino para coincidir con ella al indicar, que son las movilidades las que construyen el territorio y lo unen tres elementos centrales a considerar.

La continuidad transfronteriza expresada en similitudes sistémicas como discutió Alegría (2000), así como las asimetrías o desigualdades de uno y otro lado de la frontera, como plantea Dilla (2008). Los vínculos entre gobiernos locales o la cooperación transfronteriza claramente favorecen la interacción, pero, planteamos que no necesariamente son condición para la interacción; como digo, hay otros vínculos incluso de íntima cercanía, motivada por la sicología social de estos pueblos, que requiere una respuesta positiva de los Gobiernos de Colombia, Ecuador y Venezuela.

PERDEMOS LA FRONTERA O, LA DESARROLLAMOS…  
El Presidente colombiano, apalanca el éxito de su Gobierno en conseguir la Paz Total, mediante el sometimiento de grupos irregulares, maleantes y guerrilleros a una vida de normalidad: no puede ser de otra manera.

El Plan es: negociar con grupos armados causantes de violencia atroz; volver la búsqueda de la paz una política de Estado e incluir a las comunidades con diálogos vinculantes.  
En octubre de 2022, el Congreso colombiano aprobó la Ley de Paz Total que autorizó buscar la paz con grupos guerrilleros y bandas criminales a través de la negociación y procesos de sometimiento a la justicia.   La Paz Total ordena crear un fondo para la paz, a fin de garantizar la inversión social en las zonas apartadas golpeadas por la violencia y la presencia de los grupos armados ilegales.  
  
Frente a esta estrategia gubernamental hay de todo; opositores que manifiestan que la iniciativa de Paz total es una “apología a la criminalidad” y organizaciones como Human Rights Watch que ven con positivismo la propuesta del Presidente colombiano.  
  
Del otro lado de la frontera, en Ecuador, nada ha sido color de rosa durante años; el crimen hace estragos en la sociedad y, al momento, el Gobierno se halla sometido a desarrollar acciones de seguridad que posibiliten con prioridad, normalizar la vida en la provincia fronteriza de Esmeraldas; lograr la tranquilidad y principalmente, terminar con la enorme bodega de droga, organizada desde el exterior en territorio ecuatoriano, destinada a abastecer el mercado internacional y, fundamentalmente, terminar con la ola de violencia desatada en varios lugares del país. 
 
Lo que suceda en Colombia con el Plan de Petro para conseguir la Paz Total y reducir la influencia de cultivo y comercialización de la droga, tendrá directa repercusión en la recuperación de la paz en Ecuador: hasta ahora y por décadas, las declaraciones y discursos de integración económica, amplia libertad de comercio y colaboración política entre Presidentes y Ministros de los dos países dieron frutos muy superficiales; más bien, produjeron sufrido desengaño y frustraron la esperanza, principalmente de las zonas de frontera, las cuales soportan un ambiente de violencia sostenida; interferencias en la libre circulación de ciudadanos y entorpecimientos en el tránsito vehicular; sobre todo, en dicha libertad comercial de mercaderías: no ha habido manera de superar la pobreza, el desorden urbano, la falta de trabajo, inequidades, contrabando y empobrecimiento cultural en esta región de la frontera compartida. 
  
De todo el mal acumulado; de la agotada esperanza de que algún día termine el aislamiento por la concentración del poder capitalino en Bogotá y Quito, surgió la idea de proponer a las Cámaras de los dos países en la región fronteriza, la estructuración de una ZONA ESPECIAL DE DESARROLLO ECONÓMICO BINACIONAL DE FRONTERA para aprovechar la energía de estas tierras de Nariño, Putumayo, Esmeraldas, Carchi, Sucumbíos e Imbabura; por la riqueza de su suelo, de agua, de sol, de paisaje, de fauna y, sobre todo, de una extraordinaria producción de bienes y alimentos: hablemos además y superlativamente, de la localización geográfica frente a la Cuenca del Pacífico, la más rica, en la cual se desarrolla el 52% de la economía mundial.  
 
En consecuencia, nada mejor que estar sintonizados con el Presidente colombiano en la creación del FONDO PARA LA PAZ; hacerle caso a la planificación y buscar el “Desarrollo Como el Nuevo Nombre de la Paz”: Ofrecer a ciertos pobladores empobrecidos vinculados a la delincuencia y a la guerrilla, la posibilidad de abandonar ese camino e ir al progreso, mediante un Plan de Desarrollo Regional Binacional distinto y amplio en todo el sur del país; vinculado y en coparticipación con su mejor vecino, el Ecuador; Armar una ZONA ESPECIAL que sea el camino además, para iniciar la gran marcha al desarrollo, el libre comercio y las telecomunicaciones de la Costa del Pacífico que, en Colombia es el ejemplo del abandono vergonzante.

Para la Presidencia de Ecuador, las perspectivas son muchas: primero, trabajar de manera certera a favor del encuentro con la seguridad que clama la gente; segundo, descentralizar y desconcentrar las zonas para superar la debilidad de las poblaciones periféricas y llevar el progreso de la mano del interés de la inversión privada. Ecuador tiene mucho que ganar en la aplicación de una alianza verdadera: por ejemplo, planear la constitución de una GRAN ZONA FRANCA que una, definitivamente, en la producción y el comercio de exportación, a las ciudades gemelas de Ipiales y Tulcán. Será la manera de aprovechar la energía de dos pueblos poderosos, con rasgos culturales y con intereses similares en la búsqueda de riqueza y adelanto: un ejemplo para los sudamericanos. 
 Felizmente, las Cámaras de empresarios de todos los sectores del Departamento de Nariño y de las Provincias de Carchi e Imbabura se han sumado a estas iniciativas, con la seguridad de que Putumayo, Sucumbíos y Esmeraldas harán lo propio.

Para ello se constituyó un Grupo de trabajo técnico que avanzó aceleradamente y contactó con expertos en planificación y desarrollo de los dos países, con el fin de delinear los temas de un Estudio Amplio y Especializado que indicaría el camino político, jurídico y económico que se debe transitar y determinar la viabilidad exitosa de estos dos proyectos.  
  
La paz total; concepto creado por el gobierno de Gustavo Petro, con el cual convierte la búsqueda de la paz en una política de Estado, debe incluir, junto a la negociación de paz con grupos armados ilegales, a la comunidad; es la sociedad la que debe estar en el centro de esas negociaciones, mediante la oferta de una estructura protectora de progreso económico: LA ZONA ESPECIAL DE DESARROLLO ECONÓMICO BINACIONAL DE FRONTERA en la cual se instale, para comenzar, la ZONA FRANCA BINACIONAL constituida por las vigorosas ciudades de Ipiales y Tulcán, reconociéndoles su liderazgo como polos de desarrollo en la región de frontera. No hay que olvidar que, esta propuesta abarca, sin duda, situaciones similares con las zonas fronterizas compartidas con Venezuela, Perú y Brasil.