Develando la violencia

Ya sabe cocinar…ya se puede casar. Qué chévere, tu marido te ayuda con los niños.

Pareces mujer llorando… Detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Evítese problemas, obedezca a su marido. Frases muy populares, que se escuchan en la cotidianidad, sin tener mayor consciencia de los efectos del mensaje implícito, develan concepciones machistas que estimulan prejuicios y potencian diferencias entre los seres humanos, basados en su sexo/género. Estas concepciones, dejan ver sesgos de género, que se han mantenido en el imaginario colectivo y cada vez que las repetimos, reforzamos y normalizamos el machismo en nuestras vidas.

El machismo es una construcción social que se expresa con actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a promover la superioridad del hombre sobre la mujer. En tanto, el machismo es una manifestación de violencia hacia la mujer, y es lamentable que esta ideología se haya generalizado en la sociedad, en todas las áreas: laboral, familiar, educativo, social.

Pensar que el vínculo conyugal le da al marido la potestad de someter, coaccionar, reprimir, anular, agredir a la mujer; que por el hecho de ser “el hombre de la casa”, está revestido de autoridad, de deidad que lo ubica en una posición superior respecto a los demás miembros de la familia. Es más grave aún, si en la comunidad se perpetúan estas prácticas y se silencia a las víctimas con concepciones machistas “…en problemas de marido y mujer, nadie se debe meter”, “…aunque pegue y mate, marido es”, lo que se traduce en la falta de empatía con la víctima, al sugerir que la violencia es inherente a la vida en pareja y por tanto es normal; la naturalización de un delito e

impunidad, al asumir que el hombre puede atentar contra la integridad de la mujer, por ser el marido, y nadie debe intervenir.

Pensar que la violencia es una alternativa válida para solventar conflictos en una pareja, y creer que por no ser parte de la pareja, no tengo ninguna posibilidad de intervenir, denunciar, visibilizar un hecho que vulnera la dignidad y elementales derechos humanos de una mujer. Asumir que la violencia “intrafamiliar” es un problema que debe mantenerse “casa adentro”, que no debe denunciarse, que es un tema íntimo del que no se habla y que incluso, es generador de cohesión familiar, son percepciones erróneas que se tiene respecto a dinámicas familiares disfuncionales. Bajo ningún concepto la violencia aporta, cohesiona, viabiliza, ni mucho menos debe maquillarse, esconderse, invisibilizarse, silenciarse. La violencia, en sus diferentes manifestaciones, siempre será un acto nocivo y dañino, tanto como para quien la ejerce, como para quien la recibe, y para las víctimas secundarias que son los demás

miembros de la familia y la comunidad.

Karla Montaño Giménez

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