José Ayala Lasso: el éxito de la ética y la diplomacia profesional

Mariana Velasco |  [email protected]

Desde su más tierna infancia, estuvo en contacto con los clásicos, griegos y latinos porque en su familia se leía mucho. Tenía un tío muy versado, que poseía una biblioteca extraordinaria de los clásicos. Él hablaba muy bien latín y le introdujo a ese idioma.

Desde los 4 años ya estaba interesado en ese mundo de curiosidades intelectuales.

En la lectura de los clásicos encuentra deleite. Dueño de una sensibilidad exquisita para el arte, pintura, poesía y música. Pone énfasis al afirmar que ‘’toda su vida admiró los aportes culturales de Grecia y la Roma clásica y que le habría gustado seguir estudios de filosofía y no de derecho; porque esa era su afición más importante’’ pero por razones pragmáticas, escogió el derecho.

El quiteño, apegado al orden, confiesa que antes que diplomático, le habría gustado ser músico (toca violín y piano). Admirador de Bach, Ludwig van Beethoven, en su novena sinfonía, W.A. Mozart y el segundo movimiento, así como los contemporáneos Igor Stravinsky, Wagner y otros. Reconoce que el español, filósofo y escritor, Miguel de Unamuno, le dejó lecciones de vida.

En la actualidad, disfruta de la lectura de filosofía cuántica (Carla Robey).

Quienes le conocen, le recuerdan por su apertura, amabilidad y por ser un hombre de paz, toda vez que considera que la guerra, es la más diabólica de las opciones que puede tomar una persona o un país para resolver sus problemas internos o externos. Quienes lo admiran y respetan, ven al hombre culto, aquel que se ha cultivado para obtener para sí los mejores frutos de la civilización; inteligente, estudioso del derecho internacional y de una recia personalidad.

Parecería que su vida diplomática, ha estado marcada por ‘’misiones imposibles’’, (serie popular de la época) cuando hace treinta años (1994), apenas nombrado como primer Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, debió afrontar la crisis generada por el genocidio en Ruanda, qué para la fecha, había dejado cerca de medio millón de asesinatos.

Una vez en el lugar y sentir el dolor, violencia, miseria y olor a muerte de ese pueblo, decidió, a través de los medios de comunicación del mundo, contar la tragedia. Se dio cuenta que la comunidad internacional, estaba muy limitada en su capacidad de acción. Asegura que después de presenciar la barbarie, sintió un’’ terremoto interno’’ que le llevó a convocar a la comisión y luchar por lograr un presupuesto interno e iniciar un proyecto de intervención en el conflicto. Algo se consiguió…

También aprendió sobre el egoísmo de ciertos países que proclamaban su voluntad en la defensa de los derechos humanos, pero cierran el bolsillo cuando se les pasa el sombrero para encontrar una solución. Fue una experiencia humanamente terrible.

Como buen lector, transmite a los jóvenes la importancia de considerar al libro no como un adorno; recomienda abrirlo, leerlo, cuidarlo, llegar a amarlo, concentrase e identificare con el cartujo y tenerlo siempre a la mano para hacer uso de los contenidos. Cree firmemente que la palabra como la expresión de la conciencia humana puede servir para acercar. Hace poco, terminó de escribir un libro de poesía filosófica que trata de los misterios del ser. Al sentirse parte de un universo vital, le pide a Dios,’’ ayúdame a creer en ti.’’

Viene de una familia de cinco hermanos-sobreviven dos mujeres-. Casado desde hace casi setenta años con Monique Wits, (belga de nacimiento) doctora en derecho de la Universidad de Lovaina. Procrearon cuatro hijos (tres mujeres, un varón), tiene 12 nietos y una bisnieta, Enma Ayala Restrepo. Su hogar,’’ pequeño museo’’, arropado con obras seleccionadas de pintores de renombre y reliquias de la vieja Europa, alimentan el espíritu de sus propietarios y quienes los visitan. Ubicado en un estratégico sitio en la capital de los ecuatorianos, gozan de vista magnífica del Quito, que ‘’sube a las alturas por los vericuetos de la gran ciudad’’, generando un ambiente cálido y acogedor. En consideración a su edad, en el 2022, al cumplir noventa años, José Ayala Lasso, uno de los más conspicuos diplomáticos de nuestro país, decidió retirarse de la vida pública. Me honra la excepción.

‘‘Firma de la Paz con Perú, mi mayor satisfacción diplomática’’.

Su vida diplomática está marcada por hitos, tres preponderantes: la paz con Perú, representante permanente de Ecuador ante las Naciones Unidas y primer Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos.

¿Cuál de ellos genera mayor satisfacción profesional y personal?

Su lenguaje corporal corrobora su idea. Sin duda alguna, la suscripción de la paz con el Perú, ese octubre de 1998 cuando culminaron las negociaciones iniciadas un año antes. Yo desempeñaba en 1997 las funciones de Alto Comisionado de las Naciones Unidas, cuando recibí la llamada del presidente Fabián Alarcón, quien me proponía la cartera de Relaciones Exteriores.

Confiesa haber tenido muchas dudas porque por un lado cumplía una función internacional de importancia mundial. Era el primer alto comisionado de la ONU para la causa de los derechos humanos y le correspondió abrir el camino para la marcha de esta nueva institución internacional pero más pesó en él, la voluntad de servir al país y aceptó la cartera.

Negociaron de forma ardua con la participación de una brillante delegación ecuatoriana, cuya dirección pidió el canciller, que la mantuviera el doctor Edgar Terán, gran jurista y patriota. 

Al terminar el mandato conferido por el Congreso, el presidente Alarcón, se encontraba con todos los problemas propios de la culminación de un mandato presidencial y a pesar de que él tuvo la disposición de suscribir los acuerdos de paz, ‘’resolvimos que era preferible y más sólido, moral, jurídica y políticamente que esos acuerdos fuesen suscritos por el presidente electo, el doctor Jamil Mahuad, el 26 de octubre de 1998.’’

Jamil Mahuad, suscribió el Acta de Brasilia, a mí como Canciller, me correspondió la suscripción de todos los acuerdos negociados y acordados con el Perú para resolver esta controversia de casi 180 años.’’ Sentí la mayor satisfacción de haber ejercido la diplomacia durante toda mi vida’’. De esa manera se pudo cerrar ese capítulo de enemistad y guerra con el Perú. 

Reconoce qué durante todo el proceso de negociación con el vecino del sur, el periodismo ecuatoriano reaccionó de forma ejemplar. Ayala Lasso, es un creyente de la diplomacia abierta y recuerda haber pedido a los comunicadores, hablar de ella en ‘’plazas y parques’’. A pesar de lo complejo y sensible del tema, mostró apertura y transparencia en el manejo de la información. Cree que el periodismo serio es el aliado nato de una diplomacia nacional bien fundada y bien conducida.

¿En estos 26 años, la paz con el vecino del sur, cambió la historia de nuestros pueblos?

Ciertamente.  He dicho siempre que la principal consecuencia de la suscripción de la paz ha sido un cambio radical en la sicología de las dos naciones. Antes del 98 nos mirábamos como enemigos, como virtuales agresores; mutuamente responsables de una situación que había dado lugar a enfrentamientos militares y a inútiles derramamientos de sangre.

Después de suscrita la paz, logramos identificar lo que siempre existió: una hermandad fundada en idéntico origen étnico, idéntica conformación psico social, idénticas aspiraciones, idéntico comportamiento humano. En consecuencia, pasamos de enemigos, a ser socios y hermanos. Ahora vivimos una época de cooperación, de mutua afirmación y comunes intereses. Usted lo fue, otros no logran. ¿Qué hace a un diplomático de carrera, ser tres veces ministro de Asuntos Exteriores de un país?   

Con sonrisa auténtica, agradece por la’’ alusión personal delicadamente aludida’’ por la periodista y añade que, al servir al Ecuador con toda la voluntad y sin escatimar esfuerzo alguno, sin reservas, pensando siempre en la patria, en la comunidad del pueblo, en la necesidad de contribuir a mejorar las condiciones de vida pragmáticas, prestó su contingente.

Siempre persiguió la creación de ese ideal de nación unida, unificada con un solo objetivo, enfrentando los distintos problemas que existen en la comunidad internacional, descubrió que satisfacía esta voluntad de ser útil internacionalmente.

Se dedicó a fondo, estudiando. Explica que el derecho internacional es una compleja ciencia y no un mecanismo terminado en el sentido que hay quien lo proclama, quienes tienen que cumplirlo y quien sanciona incumplimientos.  No lo hay. 

En el derecho internacional, quien lo proclama- los pueblos- que son ellos mismos los actores del derecho; quienes deben cumplirlo. No hay una autoridad con capacidad ejecutiva para que ese derecho se respete y se lleve siempre a la práctica.  Añade que, ahí está la mayor contribución que un país puede dar, analizar el espectro de la geopolítica mundial, ver de qué manera se puede mejorar eso.

La misma teoría crea la figura del desarrollo progresivo del derecho internacional por lo que hay que ir adaptándole a las distintas épocas, mejorando y haciendo más aceptable y aceptado por la comunidad de naciones. ‘‘Quizá por haber trabajado con esos ideales, tres gobiernos del Ecuador, me pidieron asumir las funciones de Canciller y lo hice con humildad y voluntad de servicio’’.

Hay otras facetas adicionales a su prolífica vida; el mundo de las letras (escritor con obras publicadas, Así se ganó la Paz.2009), articulista y académico. ¿En cuál, se siente como pez en el agua?

En el campo de la lectura, con los temas académicos dice sentirse más a gusto porque siente satisfechas sus curiosidades personales.

En cambio, en el ejercicio de la diplomacia, más de cincuenta años, encontró de alguna manera servir al nacional y representar al país, calificándolo como el honor más grande que puede recibir un ciudadano. Tratar de representarlo bien es la obligación mayor que puede tener un diplomático.

De modo que en el campo de la diplomacia’’ ejercí mi vida con el mayor interés y en el campo de la academia descubrí el complemento indispensable para hacer de la vida pragmática una vida de ideales, de deleite estético, de voluntad de trascender’’, en cierto sentido. 

Durante su trabajo de 50 años en la función pública, parte de su marca profesional es la credibilidad. ¿Cómo se logra y visibiliza?

Retrocede en el tiempo para recordar qué entre sus lecturas de adolescente, le impactó mucho un escritor, filósofo español mundialmente conocido y respetado Miguel de Unamuno, quién en una de sus clases en Salamanca, fue cuestionado por uno de sus alumnos.

Al responder al estudiante, afirmó que para que tengamos un mundo moral y con principios, hay que dejar de mentir.

El mundo tiene que ser honorablemente creíble. La credibilidad debe ser la virtud de las acciones de todos ser humano.

¿Cómo se logra eso profesor Unamuno?
Si queremos eliminar la mentira en el mundo, deja de mentir, afirmó el maestro, quien además sostenía qué si cada ser humano asume a plenitud su deber de ser honesto, franco, real, verídico; la mentira habrá desaparecido de la humanidad. Es uno de los ‘’principios que siempre me guía, de practicar el bien y no mentir’’.

No de acusarle al que no practica el bien, no de encontrar en el otro la causa de los males que puede tener una persona, un pueblo o un país. ‘’ Mejora tú y habrás mejorado la humanidad’’. Es una de las ideas más profundas que recibí de Miguel de Unamuno, acota el diplomático.

En cada función desempeñada, sea dentro como fuera del país, usted imprimió excelencia, que a veces las burocracias nacional o internacional, lo impiden. ¿Cómo conseguir que lo pasivo se convierta en proactivo?

Siempre le ha gustado trabajar con orden. Cuando ingresó a la Cancillería como meritorio, es decir sin recibir salario alguno, uno de sus jefes que aprecia mucho, le pidió que recortara los diarios y que fuera haciendo colección ordenada de noticias importantes.’’ Ese mecanismo de crear un orden informativo por materias, me marcó para el resto de mi vida’’.

Insiste en que hay tener claridad en aquello que se quiere conocer y cuando ha llegado a las misiones diplomáticas que le ha confiado el gobierno de Ecuador, lo primero que ha hecho es poner en orden los archivos de la respectiva misión. Cuando ejerció las funciones de segundo secretario de la Embajada de Ecuador en Japón, coleccionó toda la documentación existente en la embajada, la clasificó y encuadernó por origen, importancia, destino y otros criterios. Al abandonar Japón, quedó por primera vez, alrededor de 80 o 100 volúmenes con la correspondencia histórica de la misión del Ecuador en Tokio.

Lo mismo hizo en Naciones Unidas, en Bélgica, en Italia, en los distintos países en misión. Si se requiere trabajar con antecedentes, uno tiene que buscar aquellos y si no puede encontrarlos porque hay desorden en un archivo, está perdido de alguna manera.

Eso fue uno de los aspectos que cuidó mucho en las misiones diplomáticas. Además, hay algo elemental, interesarse por la realidad internacional, por todo lo que ocurre, hacer archivos de problemas, conflictos, aspiraciones del pueblo ecuatoriano y de otras nacionalidades.

Hay algo que he recomendado a los diplomáticos jóvenes, leer los antecedentes históricos del derecho como ciencia, para eso hay la Academia de derecho Internacional de la Haya, edita una colección de las mejores conferencias que han dado los grandes maestros. La Cancillería ecuatoriana tiene la colección desde el inicio hasta al menos la época que ejercí como canciller.

¿La diplomacia se impone a la fuerza? 

La guerra es el peor de los crímenes.  Por esta razón, el mundo siempre vivió y conformó alianzas y equilibrios, en base de la guerra. Los imperios se crearon mediante acciones de invasión, de subyugación a otros pueblos, por eso este mundo, que tanto sufrió durante la primera y segunda guerra mundiales, filosóficamente empezó a pensar en cómo cambiar esa actitud favorable a la guerra, por otra que proclamara la paz.

Kant, el gran filósofo alemán, creó una doctrina de la paz perpetua. Decía, la mejor forma es conversar, hacer uso de la palabra y pensar en que la paz es un bien tan importante qué si se rompe en una parte, se ha roto en todas.

El creó la idea básica de la organización multilateral internacional, cómo organizar a los estados para que vivan en paz. En el año 1928 hubo la famosa declaración de prohibición total de la guerra en un acuerdo llamado Pacto Kellogg-Briand, en que renunciaban a la guerra como instrumento de política nacional. Luego la sociedad de naciones y después Naciones Unidas.

¿Usar la palabra y evitar el ruido de las armas?
Está convencido que todo problema debe ser resuelto mediante el diálogo. Cuando un país resuelve acudir al uso de las armas, lo que hace es alejar la solución del problema, porque la violencia que desencadena la guerra, crea resentimientos y afanes de revancha.

‘’Vemos en Medio Oriente, Israel, Hamas, los palestinos aducen reaccionar frente a una actitud ofensiva del rival. El resultado no es sino el odio que se va acumulando’’. El mundo cada vez mira con mayor preocupación y amargura como se mata niños, mujeres; como los ancianos caen desvalidos en el camino y mueren de sed, de inanición. Todo ello porque se hace uso de la guerra, de la violencia y no del diálogo que puede resolver problemas.

Cree firmemente que la palabra como la expresión de la conciencia humana puede servir para acercar; eso es la diplomacia honesta. Añade que, uno de los principios sobre los cuales se asienta el orden mundial, es el de la buena fe en la actitud de los estados.

Ahora, vivimos un problema entre Ecuador y México que se origina en la falta de buena fe por parte de México que alojó a actores políticos ecuatorianos que habrían infringido la ley interna y que ha sido condenado por la justicia. ‘’Allí no hay la defensa del inocentemente acusado o del políticamente perseguido; allí pesa lo del amigo de idéntica ideología. Esa falta de buena fe, da lugar al desentendimiento como el que vivimos ahora.’’

¿Diplomacia, es el uso de la sutilidad para mentir?
No creo que esa sea la buena diplomacia.’’ La buena diplomacia es la del ser que se presenta limpio, puro, franco, claro. No miente, pero dice las cosas con claridad, Hay límites que no se pueden pasar y eso tiene que ser dicho con claridad y firmeza. De lo contrario las desavenencias pueden venir como consecuencia de medias verdades’’.  Creo que estas afinidades ideológicas, corrompen la buena marcha de la relación internacional. El pensamiento de un gobernante que tiene una ideología y busca que ésta se imponga, contrariando el principio básico de que hay que respetar a cada pueblo (el pueblo elige el gobierno que quiere) pero los que quieren que todos los pueblos tengan una orientación similar a la propia, esa gente se engaña a sí misma. Se ponen por delante un cristal que les hace ver mal donde no existe.

¿Quién debe dar el primer paso?
He hablado de la evolución progresiva del derecho.  Hay un conjunto de problemas identificados por la comunidad internacional y ésta se acciona para a través de mecanismos resolver estos problemas. El caso del medio ambiente es motivo de preocupación. Hace 200 años, no había tal. El derecho internacional, como toda creación humana, está sujeto a una evolución progresiva.

¿Cómo surge el derecho de asilo?
En las épocas anteriores al renacimiento, el asilo era empleado para favorecer al perseguido por el estado por cualquier razón que fuere.

El estado era el rey, el príncipe o el mandamás; ellos eran arbitrarios de la administración de la justicia y había que proteger. Basta recordar cuando entraban a las iglesias, algunos criminales y no había como perseguirles porque estaban protegidos por el asilo que daba la Iglesia.

Esto fue evolucionando y después en América Lantina se llegó a ver que ya no se trataba de delincuentes comunes porque éste no merece el derecho de asilo diplomático, sino se trataba de escapar de los desafueros del gobierno en materia política. Con convicción afirma que, se crea el derecho de asilo, señalando de manera expresa que, no cabe el asilo para el enjuiciado, juzgado o condenado por la justicia interna. Eso caminó bien por mucho tiempo. 

¿Qué ocurre ahora?
La práctica del asilo ha cambiado, ahora se protege al ideológicamente igual y es así como rompiendo la armonía del orden jurídico, México concede asilo no solo al señor Glas que ha sido condenado por la justicia ecuatoriana sino a todo un equipo de colaboradores de la misma ideología del presidente mexicano, quienes reciben todo el apoyo interno. Algunos de ellos han sido condenados, otros enjuiciados y de otros se conoce su participación en los desafueros ilegales que se ha cometido en el Ecuador durante la época de Correa.

¿Hay que confiar en alguien la solución?
Hemos llegado a un punto- le interpreto así- el pensamiento del presidente Noboa en el qué ante la voluntad ecuatoriana de sus tribunales de sanear al país, de empezar a castigar como se debe para que pueda nuevamente el pueblo ecuatoriano ser sano, ético, acogedor socialmente y que pueda progresar.

Para llegar a eso hay que castigar al delincuente.En virtud de la actitud ejemplar, dinámica, admirable, de la fiscal Diana Salazar, comienza a conocerse el misterio de los delincuentes que aprovecharon del país.

Dentro de ese afán de purificarnos internamente, viene una actitud internacional que con el pretexto de defender al ideológicamente parecido, da asilo a esos delincuentes.

Yo he dicho qué llegada la hora,’’ hay que confiarle al Comité Jurídico Interamericano o más aún a la Comisión Jurídica de la ONU, la revisión, no de los principios sino de la aplicación práctica de los principios de asilo para evitar que estados que quieren protegerle a un delincuente porque es amigo, le den asilo y de esa manera obstaculicen la aplicación de la justicia interna, lo cual es un delito. La obstrucción de la justicia es un delito y es lo que también se ha estado practicando’’.

En todo este complejo menú de principios y actitudes hay necesidad de poner orden actualizado y creo que las dos instancias mencionadas pueden hacerlo. No será fácil pero hay que emprender en ese camino de alguna manera.

¿El factor tiempo tiene peso en la diplomacia?

Cicerón decía, la prudencia es la virtud más importante de la ciudadanía. Este no es el momento de actuar, los ánimos están exacerbados. México está herido, el presidente mexicano habla de forma iracunda-con falta de prudencia- una reacción normal. Hay que esperar.

Prudencia y paciencia. Que bajen las olas, que baje el nivel del desacuerdo, que pase un tiempo prudencial, que factores internos tanto en Ecuador como en México no influyan en el tema. Llegará un momento cuando las pasiones disminuidas, permitirán  abrir un diálogo.

‘’No me parece de buen gusto hablar juguetonamente de la materia e invitarle al presidente de México a comer un ceviche. No es propio de un presidente.’’ Estas cosas hay que tratarlas con seriedad.

¿Si el o la Canciller, sería diplomático de carrera y no a la carrera, se habría dado el impase con México?

Se supone, con razón, que un funcionario de carrera está bien formado y tiene experiencia para ejercer las funciones de Canciller. Se supone, a veces sin razón, que un funcionario que no sea de carrera, carece de suficientes conocimientos. Puede ser que los tenga pero si no los tuviera, hay que buscar consejo de personas que pueden ayudarlo.

Tanto el canciller de carrera como el político, tienen que buscar asesoramiento; por algo existió la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores. Fu eliminada por Correa. Después fue creada por el presidente Lasso pero no se reunió. Habría sido  absolutamente útil para que esa junta se reúna y le diga al presidente, haga o no haga esto. Creen la Junta Consultiva, si quieren buen asesoramiento.

Anécdota
Entre pregunta y pregunta, una anécdota viene a la mente del entrevistado y  Nicaragua entra en la conversación.  Era la dictadura de Anastasio Somoza y los jóvenes del país, luchaban contra la tiranía y la opresión. Entre ellos, figuraba Daniel Ortega. Los miembros del grupo Andino, preocupados por la situación en el país centroamericano, pidieron a los cancilleres de Ecuador y Venezuela viajar a Nicaragua para visitar a Somoza y expresar el desacuerdo ante tanta violencia.

Durante el diálogo, Somoza dijo, ‘’soy yo’’ el responsable de todo el desorden en mi país, por haber dado libertad en exceso a los jóvenes. Ese era el pensamiento de un dictador.

El creía haber sido muy liberal y excesivamente bueno con los jóvenes.  Fue una manera de exculparse, dice el diplomático, al puntualizar que los malhechores son los otros.

Transcurrido el tiempo y con asombro mirar lo que ahora ocurre en Nicaragua; cualquier Somoza queda un pigmeo frente a Daniel Ortega.

Doctor Honoris Causa
José Ayala Lasso, por decisión unánime de los Honorables Consejo Superior y Consejo de Regentes de la Universidad Internacional del Ecuador-UIDE- recibió el título del Doctor Honoris Causa, máxima distinción que la academia otorga a un ciudadano.

Alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tres veces canciller del Ecuador, es un ‘’caballero de fondo y forma’’ como se dice en aquel postulado bíblico-en metáfora-,’’en diplomacia la forma es fondo’’. Hizo suya la admonición visionaria que Dag Hammarskjold, (poner diéresis sobre la o) el secretario entonces de las Naciones Unidas, dijera textualmente: ‘’La ONU no fue inventada para llevar a la humanidad al cielo, sino para salvarla del infierno’’. La frase se aplica fielmente para la recia personalidad de la diplomacia mundial, continental y ecuatoriana, del autor de Ejercicios de Crítica CONSTRUCTIVA, José Ayala Lasso.

¿Qué es la diplomacia?
El origen de la palabra diplomacia se remonta a la antigua Grecia. Proviene de un vocablo que quiere decir “papel doblado en dos”. Tal vez por esta razón se ha pensado que la diplomacia es también doblez, subterfugio, poca claridad. La diplomacia era la actividad de los representantes de los dirigentes de los pueblos orientada a alcanzar los objetivos fijados por sus mandantes. Dicho de otra manera, era la manifestación de la voluntad de dialogar para conseguir un propósito y evitar el recurso a la fuerza para resolver una controversia.

Con razón, Armando Pensantes dijo que la diplomacia es “lo mejor que haya imaginado la civilización para desplazar a la violencia del dominio exclusivo del escenario internacional y disputarle el papel de reguladora suprema de las relaciones entre los pueblos”

Desde sus orígenes, los enviados diplomáticos eran personas que se destacaban por sus conocimientos y habilidades, generalmente vinculados a las élites del poder. La diplomacia orgánica, sujeta a normas y procedimientos nació en la baja Edad Media, en Italia, y fue ejercida con particular talento y eficacia por los señores de las comarcas italianas, en las negociaciones entre ellos así como con el poder de los papas.

En 1961, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, se adoptó la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas que es la codificación más amplia y completa sobre la materia. En su monumental Histoire des Relations Internationales, Pierre Renouvin se refiere a las escuelas de pensamiento que han tratado de definir los factores que orientan la evolución de las relaciones internacionales.

Una de ellas pone énfasis en la forma cómo los gobiernos se relacionan y defienden sus intereses políticos, definidos por los jefes de Estado y sus representantes. Otra escuela da prelación a las relaciones de los pueblos entre sí y con el medio en el que actúan, la geografía, la economía, la naturaleza.

Los “hombres de Estado” apenas son “poussière des faits divers”. Finalmente, una tercera afirma que las grandes fuerzas de la historia son los sentimientos, las pasiones colectivas forjadas por costumbres y tradiciones, es decir el alma de la nación que define principios, intereses y fines. Ninguna de estas doctrinas puede explicar, separadamente, el fenómeno internacional.

Carlos Calvo dice que es la “ciencia de las relaciones que existen entre los diversos Estados, tal como resultan de sus intereses recíprocos, de los principios del Derecho Internacional y de las estipulaciones de los tratados”. Kluber y De Cussy la consideran “el arte de las negociaciones” para conciliar intereses divergentes, que requiere de “conocimientos y principios necesarios para conducir bien los asuntos públicos entre los Estados”.

Al subrayar que la diplomacia es una ciencia que hay que aprender y un arte que es necesario practicar, Pradier-Foderé concluye que la diplomacia es “el Derecho de Gentes aplicado”.  Rodrigo Borja, nuestro respetado colega académico, en su Enciclopedia de la Política, dice que la diplomacia, en sentido amplio, “es el manejo de las relaciones internacionales de los Estados” y “el oficio de representar a los Estados y de gestionar o negociar sus asuntos”. Debe demostrar su capacidad para crear un sistema de “alerta temprana”, un eventual mecanismo de “despliegue inmediato” y, no menos importante, una metodología eficaz para “construir la paz”, una vez eliminada la violencia.

El ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan, decía que la diplomacia es la primera línea de defensa contra la guerra. Durante su gestión puso énfasis en la diplomacia preventiva llamada a evitar que una controversia desate la violencia.

Si me he detenido en mencionar algunas de las ideas que explican qué es la diplomacia y para qué resulta útil, ha sido para llamar la atención hacia su carácter altamente especializado. La diplomacia no es una actividad misteriosa reservada a iniciados.

Está abierta a todos los ciudadanos que quieran practicarla, preparándose, para ello, como lo hace cualquier profesional. (Extracto de una parte del discurso de Incorporación como Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, de José Ayala Lasso, el 7 de septiembre de 2016.’’ Reinvindicar los valores de la Diplomacia’’.)

Trayectoria profesional

*Ingresó como miembro de número para ocupar la silla T de la Academia Ecuatoriana de la Lengua

* Posee títulos universitarios en derecho y economía, derecho internacional, ciencias políticas y sociales de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, la Universidad Central del Ecuador, y la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica.

.*En su trayectoria profesional desempeñó varios cargos en el servicio exterior de su país: director de los departamentos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Soberanía Nacional; embajador en Bélgica, las Comunidades Europeas, Luxemburgo, Perú, la Santa Sede, la Orden de Malta, Marruecos, la República de Malta y Francia; funciones diplomáticas en Japón, Corea, China, Perú e Italia; jefe del Gabinete del Ministro de RR. EE.; representante permanente ante las Naciones Unidas; subsecretario general de Relaciones Exteriores (1975); ministro de Relaciones Exteriores en tres ocasiones (1977-1979, 1997-1998 y 1998-1999); presidente de la delegación del Ecuador a conferencias y Asambleas Generales de la ONU y de la OEA, del Grupo Andino, Grupo de Río, etc.

*Como ministro de Relaciones Exteriores, negoció los acuerdos de paz con Perú y los suscribió el 26 de octubre de 1998.

Mariana Velasco

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