Anatomía de una traición: la venta de la bandera

Por: Manuel Castro M.

AUMENTA LA CORRUPCIÓN EN AMÉRICA LATINA

Una entidad internacional especializada informa que aumenta la corrupción en América Latina. Uruguay, Costa Rica, Chile, tienen mejores puntuaciones. Centroamérica y México, mala. Perú, Argentina con graves problemas. La peor puntuación Venezuela, país totalmente corrupto. En Ecuador hay muchos casos de corrupción. Señala que no hay progresos en América Latina, pues generalmente faltan sistemas institucionales que puedan luchar con independencia contra la corrupción, falta la total separación de poderes, que inclusive los sistemas militares y policiales no son independientes.

La verdad es que en el Ecuador la corrupción sigue en aumento. La operación Metástasis lo confirma. La pregunta es desde cuándo hay ese auge de este mal, contrario a la ley y a la moral. Generalmente provino del abuso del poder, actualmente la insurgencia del gran negocio del narcotráfico, que trata de introducirse en los organismos oficiales, mediante conexiones otorgando beneficios personales, explotando la pobreza y falta de empleo en las clases populares.

En el Ecuador un suceso escandalizó en la década de los ochenta del siglo diecinueve: la denominada Venta de la Bandera que más allá de una simple anécdota tiene gran trascendencia, pues pervive en la memoria colectiva ecuatoriana como una manifestación de la corrupción gubernamental. Negociado que, accidentalmente, causó la ira popular, la caída del presidente de la República, Luis Cordero, y el ascenso del liberalismo encarnado en el general Eloy Alfaro.

ANTECEDENTES

María Elena Barrera-Agarwal en su obra “Anatomía de una traición-La venta de la bandera”, publicada en el 2015, afirma que nada es casual en el tema, que una investigación seria revela un plan maestro que va más allá de un negociado. Un plan fundamentado en vínculos bien establecidos y en amistades trabadas con décadas y lustros de antelación. La nave que da origen al “affaire” es un crucero adquirido por Chile  llamado Esmeraldas. A principios de la década de los ochenta del siglo XIX la República del Chile se encuentra inmersa en la Guerra del Pacífico, que enfrenta a Perú y Bolivia. Dicho crucero es liviano, de gran capacidad, fuertemente armado, con un radio considerable de acción, de potencialidad extraordinaria. Especialistas navales estadounidenses señalan: “Chile tiene hoy día a flote un barco de guerra, el más rápido y el más perfectamente equipado de su tamaño a flote…Esmeraldas. Él podría destruir toda nuestra armada, barco por barco, sin que pudiese tocarle jamás.” Dicho crucero continúa al servicio de Chile, terminada la Guerra del Pacífico, por la siguiente década.

En el Ecuador gobierna Luis Cordero Crespo, quien está urgido a adquirir buques de guerra, por una posible confrontación militar con el Perú. Razón por la que se inician negociaciones con Chile para adquirir dos naves, no identificadas, que forman parte de su armada, negociación que propiciaba don José María Plácido Caamaño, ex presidente del Ecuador, Gobernador del Guayas a la fecha, que se considera un antecedente al asunto Esmeraldas.

El 1 de agosto de 1884 se inicia la guerra Chino-Japonesa. Ambas naciones están interesadas en adquirir buques de guerra. Estados Unidos se ha declarado neutral en el conflicto, pero al igual que otros países quiere usufructar del conflicto. Una compañía de construcción naval francesa ha vendido cruceros a Japón y a Chile. Luego de intensas negociaciones se conviene la venta del buque de guerra “Capitán Prat” a Japón. Finalmente, el gobierno chileno ha contestado de manera definitiva que no puede vender ese buque de guerra. Sorpresivamente ofrece en venta a Japón el crucero “Esmeraldas”. Conforme dice María Elena Barrrera: “Para obviar el problema de la neutralidad chilena permaneciendo dentro del ámbito de la legalidad, desea hacerlo con la participación de una compañía privada, que compra el navío de Chile, para revenderlo de inmediato al gobierno imperial.” Chile no está de acuerdo con esta vía y acepta que está lista a aceptar esa transacción involucrando la presencia de un tercer país. Así lo dice en un telegrama oficial a Japón: “El gobierno chileno acepta la oferta con la condición de que inicialmente el navío sea transferido a la bandera de otro país de Sud o Central América.”

LA NACIÓN ECUATORIANA COLABORA COMO TERCERO

Las autoridades japonesas hallan improbable la obtención de un intermediario, pues considera ¿Qué nación se prestaría a dejar que un tercero utilice su bandera de un modo tal? ¿Qué funcionario público se atrevería a recomendar una medida que afectaría abiertamente el honor nacional? Y que cualquier ventaja potencial generada por un trato semejante se difuminaría frente al escarnio público. Pero Chile ha asegurado ya la complicidad indispensable para el efecto. Ecuador es la nación que está dispuesta a intervenir como tercero.

Flint, un mercader en asuntos de guerra, quien tiene con relaciones con Chile, se encargará de inmediato de obtener la colaboración de Ecuador como intermediario. En telegrama a Caamaño enviado por Modesto Solórzano, Cónsul del Ecuador en Nueva York, se dice: “Flint propone en el nombre del gobierno de Chile que el gobierno del Ecuador tome bajo su nacionalidad el buque de Guerra “Esmeralda” para conducirlo directamente a Honolulu donde la nacionalidad será cambiada de acuerdo a las instrucciones que serán dadas por el gobierno del Ecuador.” Otro telegrama del mismo es más personal: “Asegura a Caamaño que Flint está dispuesto a pagar un emolumento por sus servicios en el asunto.” Caamaño se contacta con el presidente Cordero, el cual manifiesta: “Estamos acordes en que se le preste a Chile el servicio que desea; pero hay que pensar en una forma decente de presentarlo.” Cordero y sus ministros más tarde alegarán ignorancia sobre el uso de la bandera ecuatoriana, aspecto esencial del escándalo.

El mismo día que Cordero y sus ministros aceptan la participación ecuatoriana, Kurino, Ministro Plenipotenciario del Japón ante los Estados Unidos, envía sus superiores el siguiente telegrama: “Para la transferencia del Esmeraldas hay prospecto de éxito para el uso de la Bandera del Ecuador; el gobierno chileno ha designado a ese país.” Cinco días después, el 25 de octubre de 1984, Kurino envía el siguiente telegrama a sus superiores: “La transferencia de la bandera del navío de guerra chileno ha sido arreglada y el buque será entregado luego del pago de 275.000 libras esterlinas y de una comisión del 5%. Solicito instrucciones inmediatas.”

“Ante el pedido chileno de que el Ecuador participe (oficialmente) en el asunto, la compraventa del Esmeraldas será escindida en dos niveles paralelos, una transacción real, mantenida en secreto, y una transacción ficticia, tornada pública casi inmediatamente luego de los hechos.”, conforme asienta en su estudio María Elena Barrera, sobre realidades innegables jurídicas, diplomáticas y políticas. No actúa directamente Cordero, pues delega al Ministro de Hacienda, Alejandro Cárdenas, para que se ocupe de emitir el mensaje sugerido por Caamaño de que el Gobierno telegrafíe al gobierno de Chile proponiendo la compra del buque Esmeralda y comisione al Cónsul Noguera para tratar respecto precio y demás condiciones de venta. Cárdenas cumplirá la orden de modo particular: enviará el texto del telegrama sugerido por Caamaño para que éste lo reenvíe a Chile. Caamaño lo hace, pero en lugar del Ministro de Hacienda pone como firma responsable al Ministro de Relaciones Exteriores y Guerra.

Las etapas posteriores son indispensables para que la conspiración sobre el Esmeraldas concluya satisfactoriamente: autorización con celeridad de las dos cámaras parlamentarias de Chile, notarización de los contratos de la venta ficticia, inspección del Compañía Aseguradora. Existe otro contrato en que Chile vende a la Compañía Flint el navío Esmeralda. Tal Compañía la revende al Japón por contrato realizado el 15 de noviembre de 1894. Los términos del contrato ficticio con el Ecuador son distintos. El precio total y único se fija en 220.000 libras esterlinas, Ninguna otra suma es mencionada. “En tal virtud es factible establecer que el resto del dinero pagado como precio por el Japón no ingresa jamás al erario chileno.”, asienta María Elena Barrera. De todas maneras es evidente una corrupción generalizada en el asunto, en el que intervienen funcionarios oficiales con alta capacidad de influencia en los asuntos públicos.

ESCÁNDALO: SE CONOCEN INDICIOS DEL NEGOCIADO DEL BUQUE ESMERALDAS

En el Ecuador, indicios de la supuesta compra del Esmeraldas se empiezan a diseminar. Luciano Coral, amigo de Alfaro, en varios artículos en El Tiempo da la voz de alerta, sondeando y dando luz en el asunto.

Elías Muñoz Vicuña, en su volumen “La guerra civil ecuatoriana en 1895” se lee: “Imprevistamente se rompió el secreto. El periodista liberal desterrado Juan E. Murillo (historiador y Fundador de El Telégrafo de Guayaquil, bisabuelo del autor del presente artículo) se enteró del negociado. Vio como el buque Esmeraldas se paseaba con la bandera ecuatoriana al tope y denunció el asunto al país. Les hizo llegar la noticia a los periódicos ecuatorianos, y también a otros desterrados prominentes, como el General Veintimilla, exiliado en Santiago.” El mismo don Juan Emilio Murillo y Miró se encargará de solicitar oficialmente al gobierno chileno los documentos relacionados con el asunto; documentos que los recibió y los envió al gobierno ecuatoriano y aquellos conjuntamente con los presentados por Caamaño pasarán a formar parte del acervo para formar el sumario que posteriormente preparará la Corte Suprema.

PLÁCIDO CAAMAÑO: EL PROTAGONISTA PRINCIPAL

A José María Plácido Caamaño el papel principal le corresponde en el affaire del Esmeraldas. Su visibilidad al momento del escándalo y sus antecedentes lo transforman en el símbolo del negociado, junto con las complejas formas de corrupción internacionales. Su botín monetario es incidental pues es una conspiración de amplia envergadura, en la que participan autoridades de cuatro países. Cordero cesa como Gobernador del Guayas a Caamaño, en su reemplazo nombra al caballero guayaquileño José María Sáez y Padilla. Además que es público y notorio que el gobierno ecuatoriano no posee ni los fondos ni la influencia necesaria para adquirir el Esmeralda. Los detalles de la negociación, cuyo objetivo es una ganancia monetaria, inflama los ánimos, cuando aún más las denuncias de la prensa chilena hablan de 80.000 libras esterlinas de lucro ilícito. La promesa de una gratificación a Caamaño causa indignación. Pronto Cordero y sus allegados comprenden que la única vía para sobrevivir políticamente es denunciar la venta del Esmeralda como inexistente y las acciones Caamaño y los cónsules como ilegítimas y actuadas sin autorización. El 19 de enero de 1895 Caamaño escapa del país en secreto.

   

    

EFECTOS POLÍTICOS POR ESTE CASO DE CORRUPCIÓN

El 12 de enero de 1985 el Ministro del Interior, Pablo Herrera, envía un cablegrama al Ministro del Ecuador en Francia y a los cónsules en Londres, Berlín y Filadelfia, indicando lo siguiente: “Haga saber a esos gobiernos que el del Ecuador no ha comprado el crucero Esmeraldas a Chile. Bandera ecuatoriana indebidamente puesta en Valparaíso. El 18 de enero se establece que los involucrados en el caso son: el Cónsul del ecuador en Valparaíso, Luis Noguera, el Cónsul en Nueva York, Modesto Solórzano y el Gobernador del Guayas José Plácido Caamaño. El 20 de enero de 1895 el presidente Luis Cordero emite el primer informe y menciona que se ha iniciado un proceso largo y tedioso de investigación. En este informe Cordero dice que, si algo se descubre de la culpabilidad del gobierno, durante la investigación, asume la responsabilidad. El 30 de enero de 1895 el gobierno chileno envía notas diplomáticas para establecer y entregar la documentación en la que consta la venta del buque Esmeralda. El 5 de febrero el buque Esmeralda llega exitosamente a las costas de Sasebo, Japón, donde fue bautizado como Izumi. El 5 de febrero el Ministro del Interior, Pablo Herrera, contesta al presidente Cordero diciendo que interpondrá una acción para quitar autorización a la negociación del buque y que se emita una orden para desconocer lo que realizó Noguera. El 21 de febrero de 1985 la Corte de Justicia indica que existen indicios contra Caamaño, por tanto se lo incluye en la instrucción de la investigación. El 3 de marzo de 1895 se establece la Junta Reivindicatoria de la Honra Nacional en consecuencia del caso. El 10 de abril de 1895 tiene lugar la insurrección de la Guardia Nacional y las Autoridades de Machala apoyan el derrocamiento del gobierno de Cordero, El 11 de abril el presidente Cordero emite un comunicado en el que informa que renunciará al cargo de presidente del Ecuador. El 16 Cordero presenta su renuncia como factores determinantes las insurrecciones acontecidas las semanas anteriores y también el caso del buque Esmeralda. Asume la presidencia Vicente Lucio Salazar. El 5 de junio se proclama en Guayaquil la jefatura de Eloy Alfaro desconociendo la presidencia de Salazar y la Constitución de 1883. El 23 de mayo de 1897 la Asamblea acepta la acusación contra Cordero y su gabinete por la causa del buque Esmeraldas. Finalmente, la Corte Suprema alcanza a resolver el caso. El veredicto final termina en sobreseimiento al expresidente Cordero y sus ministros, puesto que no se pudieron demostrar las acusaciones y ningún delito cometido por ellos. Por su parte el expresidente y exgobernador Caamaño  no regresó al Ecuador y no pudo ser juzgado. Los mencionados cónsules se esfumaron en Europa.