Los límites de los acuerdos

Suele hablarse de los pactos políticos bajo la óptica de la gobernabilidad y el pragmatismo; y se los considera un mal necesario sin el cual el gobierno de turno no podría operar.

Esta visión intrínsecamente negativa de los acuerdos conduce a que cualquier régimen con suficiente popularidad y poder prescinda de ellos a la primera oportunidad. El resultado ha sido un ciclo de revanchas en el que los ganadores de hoy buscan redimir los agravios que sufrieron ayer y el trabajo de gobernar vuelve a cero.

Los consensos no son un mal necesario de la gobernabilidad sino un elemento esencial de la representatividad democrática. Negarse intransigentemente a negociar con una fuerza política, especialmente cuando es numerosa, es una reacción dogmática que resquebraja la legitimidad del sistema, en tanto no se puede gobernar sobre la exclusión.

Un acuerdo público y transparente que requiera a todas las partes ceder en algunos de sus intereses y prioridades por el bien de la unidad no solo sería conveniente, sino encomiable. Ya no hay lugar para los pactos a puerta cerrada, construidos sobre reparticiones y concesiones inadmisibles.

No obstante, hay cosas que no se pueden negociar porque escapan de la competencia de las fuerzas políticas. A través de comisiones y amnistías, la política ecuatoriana tiene una penosa tradición de desplazar a la Justicia y hacer de las sentencias moneda de cambio.

No se puede construir pactos socavando las bases del orden democrático; pero en aras del cambio y el progreso, el país deberá tolerar pactos transparentes y bajo el marco de la ley.

FRASES DEL DÍA

«En mi posición una se ve obligada a leer cuando quisiera escribir y a hablar cuando quisiera leer.”

Catalina II la Grande (1729-1796), emperatriz de Rusia

«Siempre desconfié de los que nunca pidieron nada; los que se sientan en la mesa sin apetito son los que más comen. 

Getulio Vargas (1882-1954), expresidente de Brasil