Por Rodrigo Contero Peñafiel
Quienes creen tener la verdad absoluta disfrutan con la discusión; saben por qué y con quién lo hacen. Cierto es que podemos tener la verdad en lo que decimos, pero debemos tener la paciencia necesaria para que, a través del diálogo, evitemos discusiones innecesarias donde todos pierden y terminan con la paciencia y el estado de ánimo de la gente. Ganar no es minimizar a quien tiene ideas diferentes o se le considera adversario.
Las discusiones que suceden en la Asamblea Nacional, que según las encuestadoras cuenta con el 25% de credibilidad, nos muestran que todos tienen puntos de vista diferentes sobre la realidad nacional. El hacer oposición para cumplir disposiciones o porque se acerca un proceso electoral no le hace ningún favor a la democracia ecuatoriana. Cuando existe diálogo se presentan: mi verdad, tu verdad y la verdad, en la que con razones y argumentos fundamentados se puede llegar a un acuerdo. La prudencia es una cualidad que revela la madurez de una persona que, utilizando las palabras adecuadas, evita el desgaste y el bochorno.
La madurez se demuestra conservando la calma cuando los otros están alterados; discutir es una catarsis que libera la presión acumulada, por diversas razones, durante días, meses o años, por quienes mantienen actividades que influyen en su vida psíquica y estado de ánimo, guardan resentimientos o buscan venganza. Las personas que no pueden expresar su malestar a través del diálogo franco y sincero, no pueden liberar su mente, porque no tienen proyectos concretos que les permita pensar en el país para encontrar soluciones ante un pasado oprobioso.
Hay que tener siempre en mente qué objetivo tiene la discusión y qué es lo que se quiere alcanzar. Mucha gente olvida lo que se dice, pero nunca el cómo se dice; quienes se creen, o buscan hacer sentir importantes a quienes ya tuvieron la oportunidad de demostrar conocimiento y capacidad, y no pudieron, pierden el tiempo e incrementan la desconfianza. Una prueba de madurez es mantener la calma cuando todos están alterados; quien conoce la diferencia entre dialogar, debatir y pelear evita discusiones sin sentido, que solo interesa a la gente tóxica.