¿Trabajo virtual o presencial?

Juan Francisco Mora

«Cuando teníamos las respuestasnos cambiaron las preguntas« (Mario Benedetti). Así es como gran parte de la fuerza laboral se sintió con el retorno al trabajo presencial luego de dos años de pandemia y una forzada inmersión en el mundo de la virtualidad.

La pandemia nos obligó al confinamiento y nos empujó a experimentar una abstracción del mundo real a cambio de mirar la vida a través de una pantalla. A todos nos cambió los hábitos y la forma de vivir.

Durante dos años muchas personas descubrieron un nuevo estilo de vida, dimensiones de coexistencia que cambiaron por completo su cosmovisión. Para una buena parte de la población fue un abrir los ojos a la posibilidad de conciliación entre la vida personal y laboral.

Según la naturaleza de la actividad laboral, para una gran parte de empleados sí fue posible cumplir sus responsabilidades de casa, a la vez que alcanzaban (y en muchos casos superaban) sus metas laborales. La pandemia nos permitió demostrar que es absolutamente factible armonizar el trabajo y la vida hogareña en un estilo de vida más equilibrado.

¿Qué está ocurriendo con ellos ahora que retornamos al trabajo presencial? ¿Cómo su competitividad profesional y eficiencia laboral caben ahora en una estación de trabajo de dos metros por dos metros durante ocho horas al día?

Los especialistas en talento humano estudian el fenómeno y recomiendan a los líderes de las organizaciones encontrar nuevos modelos de trabajo híbridos que logren el equilibrio entre el tiempo para actividades presenciales necesarias y la libertad laboral que estos profesionales demandan.

¿En realidad es tan importante tener sentado al profesional de 8 a 12 y de 2 a 6? ¿Es su permanencia física en un escritorio el indicador de que sí está trabajando? La pandemia demostró que las empresas, las instituciones y las organizaciones no se detuvieron, al contrario, descubrieron nuevas formas de mantenerse a flote y, muchas de ellas, crecieron exponencialmente.

Cambios que la pandemia desencadenó y que una organización abierta al cambio sabrá administrar para su propio beneficio y su propia rentabilidad (económica o social, dependiendo de la naturaleza de la organización).