Sobre las Fiestas…

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Más allá del resultado en Reina de Ambato, hablemos de aquello que este incidente delata: la innegable decadencia de nuestra fiesta mayor. Un evento que, pese a la coyuntura, contaba con un presupuesto al menos parecido al de años anteriores, aunque es evidente que el Comité desde algunas administraciones atrás ya no es capaz de recaudar auspiciantes de peso y cose las tapaduras como buenamente puede. Cuesta creer que ese sea el resultado de un año de infatigable trabajo. 

Una escenografía pobrísima, con conductores que se atropellan entre sí, el clásico sonido nefasto de nuestro coliseo carcomido por el tiempo y una organización endeble dejan ese resultado. Ni en los mayores tiempos de Amoroso y su innegable uso de la máquina municipal para publicidad propia se vio a un artista invitado declarar pleitesía y dedicarle una canción en pleno evento, como sí ocurrió con Caiza. El perfecto botón para demostrar las prioridades de una administración empeñada en dar razón a sus enemigos y no en mejorar una ciudad que se le va de las manos. 

Basta ver los afiches y la publicidad de la fiesta para entender la magnitud del daño. No sabemos si será vagancia, irresponsabilidad o falta de gusto, pero sí lo poco que parece importarle a esta administración, porque ha demostrado ser tan sorda a las críticas como ciega ante el desorden y muda ante el debate. Es una lástima que la oportunidad histórica de la primera alcaldesa mujer e indígena se esté desperdiciando olímpicamente. 

Y es una lástima que el mayor legado de la ciudad, su único momento de vida turística y refilón nacional que tantos años nos ha costado construir tambalee por la sucesión de gestiones cuando mejor, mediocres. Quizás nos acostumbramos a dejar todo en manos del Municipio y del Comité, olvidando el empuje privado que levantó la fiesta, y tal vez volver a esa fuerza sea la solución.