Si la desesperación o la angustia fueran alimento para los políticos, ya seríamos flacos

Joffre Villalva Casanello
Joffre Villalva Casanello

Joffre Villalva Casanello

Hablar de políticos desesperados o angustiados; es más común en tiempos de campaña, pero es un período en verdad muy corto en el cual las nomenclaturas electoreras aseguran de cierta manera un posible triunfo y muchas maneras de recuperar la inversión o gasto electoral. Por lo que, obviamente son los electores aquellos a los que les deviene la desesperación o la angustia con los resultados finales de tal o cual elección.

Que la desesperación es más común a la clase votante que al grupo poblacional total es relativo al paso del tiempo; dado que se desconocen los resultados del ejercicio del poder del próximo mandatario. Por lo que cabe sin duda períodos aletargados de angustia por el devenir de los pueblos en los que el electorado no le resultó favorable.

Recordemos en el país las elecciones de períodos presidenciales muy cortos; el de 1906 o los de 1911, seguramente la desesperación del pueblo y la angustia de la trama politiquera ya nos hacían prever momentos de matices paralelos en los años por venir; aunque de todo ello apenas 122 años de democracia al 2023.

En el ejercicio del poder; el alimento burocrático aumenta el gasto público y engrosa el presupuesto y las deudas internacionales para mantenerlo, los grandes cambios sociales, la exigencia democrática de los derechos y el bien común: hacen que la mayoría se sume al ritmo angustioso de la supremacía de la masa, los pueblos vuelven a enajenarse, pero esta vez por participar del reparto; y la desesperación de regiones enteras sobre otras, permite la explotación del poder público sobre las instituciones.

El alimento político entonces no proviene de otra fuente que no sea la ciudadanía, la desesperación y la angustia a causa de la habilidad politiquera nos muestra todos los días: comunidades olvidadas en la retórica de los más necesitados, el poder político no come cuentos y vive del reparto ilegal de las fuentes de riqueza: no comen desesperanza ni angustia; porque los pondría igual de flaquitos como a los que dicen representar. 

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