Parece mentira

Nicolás Merizalde

De esta campaña flash con su ya tradicional proliferación desmedida de candidatos puede salir cualquier cosa. Así que mientras la tragicomedia nacional continúa su curso, no queda más que escribir sobre ella.

Es técnica-filosófica y hasta humanamente imposible que existan posturas e ideologías tan amplias e irreconciliables como para tener tantas candidaturas incapaces de aglutinar propuestas y visiones sociales lo desmedidamente diversas como para mantener alguna posibilidad seria de debate. De lo contrario, caemos en lo que tenemos, un duelo de personalidades que además de ser inútil rebaja la política a variante de la farándula.

La abstención del gobierno resulta una medida saludable y hasta patriótica si se me permite la exageración porque dada la coyuntura un candidato menos es un triunfo colectivo. La de Maruri en pro de Otto, además de coherente, es ahorrativa. La de Iza resulta extraña para un líder que daba la apariencia de contar con una agenda concreta, radical y dirigida, pero que al rato de los ratos abandona la vía decente para mantenerse en la clandestina trastienda del agitador. O Iza solo sabe ladrar, pero no morder o el movimiento indígena comienza a escindirse lo cual es una buena noticia porque resulta impropio de una democracia honesta aglutinar esfuerzos en un partido étnico. El pachamamismo se fracciona.

Hablando de fraccionamiento, Noboa y Hervas arrancan una carrera apresurada con partidos que no sabemos muy bien qué ni a quién representan, pero colaboran con el show. No sabemos si cantan o corean.

Espero en Dios que la tardanza en revelar los cuadros del correísmo responda a un fenómeno parecido en sus filas, aunque es menos probable ese comportamiento en la naturaleza ovina.

En fin, parece mentira que sea más fácil encontrar acuerdos entre los que se asumen demócratas que entre los que no lo son.