Oficina de empleo

Giuseppe Cabrera

Cada dos años se abren las postulaciones a inesperadas oficinas de empleo, decenas de personas hacen filas para ver si aún alcanzan a encontrar una vacante, los únicos requisitos son una devota obediencia al Gerente propietario y alzar banderas o recorrer calles.

Estas oficinas de empleo se hacen llamar partidos o movimientos políticos, aunque hagan poca política y mucho marketing, y el Gerente propietario es el dirigente del partido o el candidato ungido.

No me malinterpreten, hacer campaña no es malo, lo malo, es que cada dos o cuatro años aparezcan los oportunistas de turno a lanzarse a los brazos de quienes creen van a ganar en esta ocasión: 2017 con Lasso, 2019 Altamirano, 2021 con Arauz y al 2023 con Amoroso, como muchas veces son un costal de sal, no le atinan y sus anhelos quedan frustrados hasta las próximas elecciones.

Me cuesta entender esos virajes ideológicos entre izquierda, derecha y en lo que sea que crean los candidatos a alcalde o prefecto, más allá del espejo que los refleja, esta gente tiene pocas convicciones y muchas ansias de poder, admiran a Tatcher pero son candidatos por la izquierda nativista, es extraño, pero probablemente rentable si termina ganando el caballo al que le apuestan.

Han prestado a la carrera administrativa a ese juego, evitando la profesionalización y estabilidad laboral de quienes trabajan como servidores públicos, la ley debería limitar las vinculaciones de analistas y personal operativo, evitando que esta gente rote con cada nueva elección.

La autoridad electa necesita un equipo de trabajo, por su puesto, pero este debería limitarse a los cargos de confianza o jerárquicos superiores: directores departamentales o asesores, que serán quienes ejecuten la gestión del alcalde o prefecto, a través de los funcionarios de carrera.

En países como Dinamarca, tan exigente es esta prescripción, que solo el Ministro es nombrado por el Gobierno, mientras Subsecretarios o Viceministros son funcionarios de carrera de la cartera de Estado.

Mientras no cambie eso, nuestra política seguirá siendo clientelar y cada dos años, se abrirán las oficinas de empleo a las afueras de las sedes de las maquinarias electorales a las que llamamos partidos.