Termina un año y estamos a las puertas de iniciar un venidero, y no debemos hacer que transcurra sin sentarnos un momento y reflexionar sobre lo que hemos atravesado y lo que esperamos, sin olvidarnos que todas aquellas circunstancias son responsabilidad nuestra, ya sea como acción u omisión, priorizando el acierto social como mecanismo de bienestar nacional que conlleve a un año de unidad, progreso y felicidad, sobre todas las cosas.
Ha sido un año difícil para todos y, no podía ser de otra manera si venimos arrastrando una pandemia que ha producido mucho dolor y desazón, pero no ha derrotado a la fuerza y voluntad del ser humano para continuar dentro del existencialismo, recordando que el tiempo no se detiene y debemos seguir de pie y en paso firme, en especial, por las generaciones que están empezando el batallar de la vida.
El llamado a la esfera política, que debe ser más condescendiente con la sociedad a la cual se pertenece, es la piedra en el camino de la buena convivencia y es donde emerge la desunión, desconfianza e individualismo, pero es el momento de quienes están es cargos públicos reflexionen y actúen en provecho de todo un país, dejando de lado rencores, vivezas y corruptela, que nos retrocede como sociedad.
A sabiendas que, el próximo año iniciaremos con la misma situación de salubridad, no es menos cierto que, está en nuestras manos construir un mundo mejor donde se respire paz, espiritualidad y alegría; la bondad y solidaridad deben ser nuestras mejores armas de combate, que nos conducirán al respeto y amor al prójimo y a los otros, recordando que somos iguales y diversos con la misma identidad nacional, embestidos de fortaleza para seguir adelante, sin olvidarnos del hermoso territorio que nos cobija y entrega su mejor riqueza natural. Por todos y para todos, ¡un venturoso año 2022!