Ojo por ojo y diente por diente

Es tiempo de ver atrás
Es tiempo de ver atrás

Pablo D. Punín Tandazo

Todos ciegos y sin entendernos, ese será el resultado de la lógica del título. La violencia no deja ganadores, solamente destruye sueños mientras forma ríos de sangre a nuestro alrededor. El odio visceral puede más que la razón y ello lleva a que la fuerza sea la herramienta para obtenerla.

Ese mismo odio hace sencillo caer en generalizaciones sesgadas. Dependiendo de los ojos, buenos serán unos y malos otros; algunas veces seremos los primeros y en otras los segundos. Ese es el precio que se paga cuando se decide por arriba lo que sangra por debajo.

En un país en el que la violencia ensordece, los líderes deben demostrar que la vida de las personas pesa más que su ego y dar paso al diálogo, entendiendo que este es el único camino transitable hacia la paz.

Lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos diferencia. No permitan que quienes tienen una sed insaciable de poder aprovechen estos momentos para convencerlos de lo contrario. El encuentro puede estar en otros sitios más que en el sufrimiento. La violencia no se apaga con violencia, ¿o necesitamos más caos para comprenderlo?.

La voz que clama justicia debe empezar a ser escuchada sin requerir la fuerza de los puños, así como necesitamos que la ley se aplique, sin distinción, a quienes la ven como un simple pedazo de papel.

Queridas hermanas y hermanos, que no haya lucha más grande que aquella que busque cambiar el “ellos” por un “nosotros”; porque este país, tan propio como ajeno, necesita que desterremos de nuestras entrañas a la prepotencia, el abuso y el dolor.

Hay guerras interminables convertidas en violencia sistemática, como la pobreza, el machismo o la desigualdad; y, si algo está claro, es que no pueden seguirse abordando con la ley del talión.

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