Eddy Arrobo R.
Las emociones humanas inciden en el proceso de enfermar, de ahí la importancia de tomar conciencia sobre quien soy, aceptar la transformación que se está produciendo en el cuerpo, para redescubrir la fortaleza y el carácter que permitirán enfrentar los retos ante las enfermedades.
Las personas que pasan por algún quebranto en su salud, tienen enfermedades crónicas o dolencias, ven mermadas sus fuerzas, obnubilando y menoscabando las esperanzas en la mente y la inteligencia, se ven dominadas y sometidas por las emociones negativas, minando a cada instante los proyectos de vida. Sin embargo, esta cruel limitación puede ser superada gracias a una esperanza indomable que precisamente nace como respuesta al humillante reto de no dejarse vencer por la enfermedad.
En consecuencia, estos padecimientos no sólo afectan físicamente, sino también emocional, social e incluso, económicamente. Por otro lado, aceptar y adaptarse a la realidad de padecer una dolencia requiere de tiempo y aprendizaje, siendo indispensable buscar y aceptar el apoyo del entorno familiar y amigos, que se convertirán en el soporte que nos sostenga cuando decaemos.
Así pues, el enfermo se convierte en un héroe sin capa, al redescubrir nuevas habilidades y enfrentar obstáculos que antes parecían inalcanzables. De ahí, que la fortaleza del enfermo es el paradigma de valor y superación que demuestra a sus congéneres que cada día es una nueva oportunidad para luchar por la felicidad y el bienestar, aunque para ello tenga que desafiar a la adversidad, hurgando en el corazón y la mente, la manera de cómo hacerlo. Para ellos que eleven su espíritu y enaltezcan su alma y cuando la enfermedad los doblegue su valor los honre.