María Daniela Piedra Carrión
Fueron siete papeletas las que me dieron para ejercer mi derecho al voto; se trataba de las elecciones seccionales a nivel nacional, elección de consejeros/as para el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y finalmente, las ocho preguntas del referéndum. Es decir, Ecuador vivió toda una “fiesta democrática”.
Cuando pienso en una fiesta, está de por medio la alegría, la emoción, la satisfacción y otras sensaciones positivas. Pese a ello, mi experiencia ha sido desoladora, de mucha ansiedad, incertidumbre y miedo por lo que pueda pasar. Con los años, votar por algún candidato se ha convertido en un ejercicio de supervivencia, donde la representatividad ya no es un real principio de los líderes políticos.
Algunas de las encuestadoras, como Ipsos o Click Report, han presentado resultados sobre la baja credibilidad y mala imagen hacia los partidos políticos o políticos en general; esto se refleja en todas las generaciones, desde los baby boomer hasta la generación Z. El contenido de las campañas, los debates, las polémicas y más, son una clara muestra de la falta de criterio para hacer política.
Entonces, la “fiesta democrática” en el Ecuador, se ha convertido en un escenario de contradicciones y posturas -algunas ridículas- que no responden a las reales necesidades sociales, sino, reflejan nuevamente los intereses individuales de los participantes. La mayoría de movimientos y partidos políticos no muestran conocimiento técnico sobre el cómo hacer en la función pública y mucho menos sensibilizados en los diferentes enfoques de derechos.
Espero que quienes festejen el triunfo de esta “fiesta”, actúen con responsabilidad. Y, una vez más, nos queda de tarea, a los diferentes sectores sociales y a todo el aparataje estatal, enfocarnos en promover participaciones sociales y políticas reales, fuertes, coherentes, preparadas y sostenibles.