Andrés Ojeda Sotomayor
Propagar la semilla de la evolución humana radica en la conciencia. Lo que para muchos es un terreno inhóspito y desconocido, para otros es una tierra fértil y etérea, donde se cultiva el pensamiento, el autoconocimiento, el desarrollo personal y el crecimiento interior. Germinar una sociedad despierta implica hacer una catarsis colectiva que nos transforme como seres especializados, armoniosos y equilibrados; haciendo las veces de guías espirituales con una cosmovisión diferente del mundo y de la vida. Empoderarse como individuos compromete no conformarse con poco, siendo selectivos en las relaciones interpersonales y perceptivos con las energías de los demás. El progreso de la especie humana depende del goce de una buena salud mental y social; solo si queremos lograr ser más sensibles y empáticos. Es imperativo reforzar los lazos con lo místico, lo sagrado, lo espiritual y con el yo superior.
Desarrollar seres humanos saludables involucra aislarse de personas fingidas, ruidosas, irritables o que viven de las apariencias. Es crear un cambio de «chip mental», un «reseteo masivo». También demanda vincularnos con la naturaleza, los animales, conectar energéticamente los pies a tierra e implementar el buen hábito de la lectura dentro del seno familiar y en la educación formal. Los despiertos son incomprendidos, aunque en ellos florece el aporte para la comunidad y la humanidad; y porque comprenden temas universales, el funcionamiento de las vibras, lo sobrenatural y lo holístico. Homo sapiens tiene la tarea de encontrarse consigo mismo, elevando su capacidad de autoanálisis, estabilizando los niveles de turbulencia emocional, desconectando la «licuadora mental» que es tan bulliciosa y ajustando sus formas de pensar. Es un trabajo interno de todos los días. Finalmente, dejo aquí mi pregunta: ¿cómo está tu parte profesional, laboral, social, sentimental o la relación que mantienes contigo mismo?