El abismo de la generosidad

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

A lo que “Sólo sé que todo sé” se une el “Abismo de la Generosidad” que en las letras de Oscar Wilde se lee: “a la gente le gusta prodigar aquello que necesita más”. Según Wikipedia, prodigar significa “excederse indiscretamente en la exhibición personal”. Ante esta definición, siento que hoy prodigamos más que nunca, aunque la frase fue escrita hace más de un siglo, las tendencias, gustos y apetencias del ser humano siguen siendo las mismas, solo ha cambiado el contexto donde se desarrollan.

Querer ser admirados nos impulsa a admirar a otra persona, inclusive cuando no haya nada que admirar más que su figura y desvarío; querer ser amados nos impulsa a amar de forma maliciosa a una pareja, a un amigo o a un familiar, sin ni siquiera ser correspondidos; querer tener nos impulsa a trabajar perversamente por obtener a costa de lo que sea lo que se anhela. Quizá sea una contradicción al objetivo de vivir o a los intereses de todos los humanos, discernir esto nos haría bien: ¿hasta qué punto es bueno admirar a alguien, cuando hay personajes ilustres dignos de imitar, o hasta qué punto es bueno prestar atención y afecto a alguien que realmente vale la pena, o hasta qué punto es buena la materialidad del mundo, si con ella se puede vivir con dignidad y con la que, también se puede ayudar?.

La diferencia radica en la intención del corazón, y si extrapolamos esta premisa con el arte, la vida y los afanes del ser humano, siempre en una obra, se observará mucho más del artista, que del modelo inspirador. El modelo es sólo eso, un patrón que se quiere reproducir e inmortalizar. El artista es el maestro. Lo ideal es vivir la poesía que no se puede escribir, porque en el mundo hay muchos que escriben la poesía que no se atreven a vivir.

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