Educación para los hijos

La paz mental no tiene precio
La paz mental no tiene precio

Eduardo Puertas G

Durante las últimas décadas nos encontramos con un cambio generacional significativo en la educación integral de los hijos. Nos encontramos con una divergencia cultural sobre los vectores que orientan la crianza moral de los niños y jóvenes, que obedecen a paradigmas polarizados donde se fundamenta la relación de carencia y abundancia. Por ejemplo, hay muchos padres que dicen “yo le voy a dar a mis hijos todo lo que yo no tuve”, “a mis hijos no le faltará lo que a mí siempre me faltó”, etc. este paradigma cultural está creando una brecha a la hora de formar a los hijos, ya que se basa en el principio de una proyección personal hacia el miedo de escasez, algo que no necesariamente es funcional, ya que este estilo de aprendizaje supone que los hijos, por el hecho de ser hijos ya se merecen la abundancia que siempre los padres han deseado, convirtiéndose en una crianza basada en transacciones. Este hecho es la principal razón por la que los padres, se preocupen más por subsanar el bienestar de sus hijos, a razón de la cantidad de recursos que les pueda ofrecer y de esa forma estar más tranquilos con ellos mismos. Lamentablemente esta fórmula promueve una crianza estereotipada en lo que los padres pueden ofrecer para medir la calidad de padres que pueden llegar a ser. Entonces, se puede decir que para ser padres, es necesario revisar las cuentas de banco, sueldo, empresas, o cualquier tipo de patrimonio que ennoblezca la calidad de paternidad, a lo que personalmente me cuestiono y reflexiono sobre la idea que aprendí desde pequeño, al deseo de tener una familia por la decisión de perpetuar el amor y formar hijos que sean felices como muestra de ese amor. La verdadera educación para los hijos debería basarse en el amor hacia la familia, lo material será consecuencia de una vida plena y feliz.

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