Ecuador se cae a pedazos

Álvaro Peña Flores

Desde hace unos días circula en las redes sociales una imagen del escudo del Ecuador desfigurado mostrando la realidad que está viviendo el país. El cóndor muerto, como muertas están las esperanzas de muchos que confiaron en días promisorios, cargados de sueños cumplidos y de esperanza a largo plazo. Tal parece que las cosas se salieron de control y muy poco les importa a quienes están al frente del país.

Nunca me ha gustado echar la culpa a nadie, pero esta vez sí creo hay culpables. El engranaje político, económico y judicial está hasta la médula contagiado del peor de los cánceres sociales: la corrupción; y tras ella una persona, un grupo, una secta, un partido, una ideología perniciosa, dañina, podrida que sólo desangra a los ecuatorianos.

La delincuencia en todas sus formas no respeta nada, justos y pecadores pagan las culpas de sus predecesores. Las cárceles, incubadoras de crímenes a vista y paciencia de todos. Los corruptos salen airosos de la cárcel como grandes personajes dándose golpes de pecho, cuales héroes y víctimas de las circunstancias. Una asamblea sin rumbo llena de mediocres ignorantes secundada de corruptos lacerantes, pero ¿qué decir? si el pueblo está muy bien representado.

¿Qué podemos hacer, a quién recurrir si a nadie le importa? Desde un principio pensábamos que la cosa iba a ser difícil por la situación coyuntural, pero no pensamos que habría un descaro a nivel mayorista y descabellado.

Las astas que son símbolo de la soberanía y soportan la democracia se convirtieron en un puñal que ha herido la confianza de quienes hemos depositado la esperanza en aquellos que han jurado lealtad y amor a la patria. La esperanza yace sobre la sangre de todos los inocentes que están pagando los pecados de los más desgraciados.

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