Contra la evidencia de la mano del populismo

Es tiempo de ver atrás
Es tiempo de ver atrás

Pablo D. Punín Tandazo

Se acercan elecciones y el populismo regresa a la calle. Se vuelven a escuchar propuestas sin sustento, que utilizan los problemas que más nos afectan para conseguir apoyo.

Aquí vamos a reflexionar un poco sobre una de ellas. Vamos a cuestionar brevemente si el libre porte de armas podría servir ante el problema de inseguridad que afrontamos.

En primer lugar, no podemos ignorar nuestra realidad y decir que vivimos en un país de paz. Ecuador es uno de los países más violentos e inseguros de la región.

Esta violencia desbordante se da en medio de un clima de tensión en nuestra sociedad, que se alimenta de los problemas económicos y la desigualdad para seguir creciendo. Es decir, las condiciones en las que nos encontramos, junto a las decisiones políticas que se han tomado, favorecen la violencia en nuestro país.

Ese entorno violento en el que vivimos es el que deja un espacio de acción sumamente reducido a las formas pacíficas de resolver conflictos. De ahí que la idea del “libre porte de armas” traiga mucha preocupación. Imaginen lo que podría pasar en una pelea de bar, o a lo que podría llegar una discusión entre conductores en la vía, si todos tuviesen permitido portar armas libremente. Puede ser que un simple altercado en una fiesta termine en una masacre o que las escuelas se conviertan en epicentros de tiroteos, como ocurre en Texas.

Los defensores de esta propuesta están buscando seguridad a través de medios que por su naturaleza generan violencia. Pretenden combatir el fuego con más fuego, ignorando los terribles resultados a los que se podría llegar y asumiendo que, de llegar a permitirse, todos harían un uso responsable de su libertad para portar armas.

Nuestra realidad es otra. Hoy en día ni siquiera podemos estar seguros de que las fuerzas del orden utilicen bien las armas, entonces ¿cómo podrían garantizar que el resto sí lo hará?

No hay evidencia de que el libre porte de armas se correlacione con menores índices de inseguridad o delincuencia. Al contrario, podemos encontrar que dificulta las tareas de prevención y se asocia con niveles más altos de violencia.

Si le dicen que un arma le va a dar seguridad, le están engañando. Las armas no pueden hacer el trabajo del Estado, pero sí contribuyen a profundizar el problema. Por eso los esfuerzos deben dirigirse a cortar el suministro de armas, no a facilitarlo.

No deje que le vendan más cuentos. Hoy requerimos de quienes tengan el valor suficiente para decirnos lo que necesitamos, no lo que les favorece.

[email protected]