Ley de precarización de oportunidades

Giuseppe Cabrera

Esta semana se presentó al país la ley de creación de oportunidades.

La ley se presentó como de carácter económico urgente y el justificativo para hacerlo, no podría ser más sacado de un cliqué de novela bestseller de Paulo Coehlo. No hay nada más urgente en la economía que crear empleo, ha sido la frase de propaganda de Coca-Cola que ha usado el gobierno, más allá de que en realidad no se hable de urgencias económicas como el déficit fiscal para justificar la creación de un código de trabajo paralelo. La ley, parece a grandes rasgos constitucional, no solo por el fondo que es la parte más subjetiva con una Constitución tan progresista en términos normativos, sino por la forma, por no respetar el requisito de unidad normativa, que exige la constitución en los proyectos de ley pero, no por reformar varios cuerpos legales, entre leyes orgánicas, ordinaria y reglamentos, sino porque no se puede justificar que la reforma tributaria tenga relación con la reforma laboral y por tanto constituyan una misma materia. Es difícil tratar de encontrar relación entre la eliminación de ciertas dedicaciones a quienes tienen ingresos por encima de los 2 mil mensuales y la creación de un contrato a plazo fijo por 4 años.

La ley propone la creación de más impuestos para la clase media, con la eliminación de las deducciones al impuesto a la renta a los ingresos mayores a 2 mil mensual; menos garantías y precarización para las clases populares en la informalidad y desempleo y ningún tributo nuevo para las grandes fortunas. Y sí, sé que en Ecuador 2 mil mensuales no constituye clase media según el Banco Central, pero, ese segmento ya tiene la mayor carga tributaria, más que el 1% más pudiente, creer que es clase alta, es estar condicionado por los indicadores y terminar comprando el relato de Lasso de que la ley solo le pide a los que más tienen. El problema no es pagar más impuestos entre quienes tienen ingresos superiores a los 24 mil anuales, el problema es que no se toca a los grandes capitales, ni se encuentran herramientas que impidan la evasión fiscal que hacen el sector más pudiente con patrimonios deslocalizados en paraísos fiscales.