Las universidades ecuatorianas que necesitamos

Joffre Villalva Cassanello

La universidad planteada como una institución de enseñanza superior llega a visualizarse a través de diversas facultades con grados académicos; a través de sus colegios, institutos, departamentos, centros de investigación, escuelas profesionales, etc…es llamada Alma Mater, debido a que está en su naturaleza generar el saber y transformar al ser humano por medio del saber que genera. Ahora que, la universidad ecuatoriana ha dado un giro histórico al volverse centro político, defendiendo a figuras públicas o limitando su accionar a la marcha por los derechos estudiantiles; este giro histórico ha colado la “autonomía” universitaria al mezclarse lucha ideológica y lucha partidaria en la rebelión de las generaciones de estudiantes universitarios ecuatorianos alrededor del país.  Desde 1991 y antes de ese año, se escuchan voces que protestan por el cambio del paradigma universitario; irreverentes todos luchan contra el status quo es decir: contra los agentes, procesos o argumentos que favorecen al statu quo contra aquellos considerados “conservadores”, aquellos que valoran el modo en que las cosas están y no comprenden que haya necesidad de un cambio, es decir, son lo contrario de los revolucionarios o vanguardistas, estos últimos, en cambio, abogan por un nuevo orden, uno distinto, y de lograrlo pasarían a su vez a ser pro statu quo. Y he aquí que la universidad ecuatoriana manoseada por generaciones politiqueras; han desvestido la “autonomía del Alma Mater” y tergiversado su espíritu poniéndolo al servicio de las masas reaccionarias sin criterio. Queremos cerrar las cárceles o al menos disminuir la población carcelaria; debemos reabrir nuestras universidades a nuestros compatriotas, a todos aquellos que nacen ecuatorianos primero, reduciremos el tamaño del estado una vez se comprenda la “autonomía del quehacer universitario”, inclusive reduce el número de policías, el número de bandas delictivas y el número de partidos políticos en el país: todos estos números están relacionados entre sí. Nuestra universidad ecuatoriana no puede permanecer ajena a la realidad en la que vive, debe ser motor de desarrollo y cohesión social; luchemos contra nuestro prejuicios y rivalidades, contra lo que nos mantiene aislados del mundo en nuestra sociedad.

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