La secesión de los ricos

Giuseppe Cabrera

Esta semana en una conversación familiar me hacían notar la participación de tres ultra millonarios en las elecciones presidenciales de este año: Noboa, Otto y Topic, los tres tienen fortunas incalculables, que los colocan fácilmente entre el 0.1% de la población más rica del país y esto, es un signo claro del retroceso de la democracia y la república.

Los más perspicaces podrán afirmar que no hay novedad pues detrás de Borja, Hurtado, Gutiérrez o Correa siempre han estado los ricos financiando las campañas y por tanto, garantizando sus intereses pero, al final las élites económicas acudían a los partidos políticos para que se preserven sus capitales, siempre por detrás y otorgan cierto margen de control a los partidos y profesionales políticos, para que terminen tomando las decisiones, había cierto margen de negociación, entre partidos y sus financistas.

Hoy, directamente las élites económicas y, en este caso, específicamente guayaquileñas se han cansado del papel de telonero y, como en pocas ocasiones -como el de Nebot o Lasso-, deciden asumir una candidatura, esto es un retroceso en la democracia, porque entonces se convierte en un requisito implícito tener una chequera ilimitada que financie la campaña, porque los partidos solo ponen el número en la papeleta, pero no tienen ninguna capacidad de recolección de fondos, así mientras Nebot tuvo al PSC o Lasso intentó construir una estructura con CREO y fundación libre, estos tres millonarios, no tienen ni eso, están en partidos en los que no creen, cobijados por dos o tres organizaciones que mantienen alianzas con nulas coincidencias ideológicas.

Estamos ante la secesión de los ricos, que no solo quieren que el Estado funcione a sus intereses, sino que quieren poseer el Estado, a través de un cargo de elección popular, ante el declive de una carrera política previa que antes pasó necesario para correr por la Presidencia.

Es tan fácil como un día amanecer en Mocolí con ganas de ser presidente y girar un cheque y, los partidos y sus militantes son absolutamente accesorios a sus intereses.

Solo la organización de los sectores populares y su solidaridad, puede detener el avance de esta secesión.