La envidia sana no existe

La envidia sana no existe
La envidia sana no existe

Andrés Ojeda Sotomayor

La envidia es una emoción insana en personas con ciertas características o condiciones con tendencia a imitar, comparar, humillar, denigrar, odiar y a la frustración. Tienen complejo de inferioridad frente a algo que desean o que no lo pueden tener, y eso va desde envidiar bienes materiales hasta factores físicos o mentales. La envidia no es solo material, sino también por el aspecto físico, el estilo, la forma de pensar, la personalidad, la gracia, el carisma, la inteligencia o por los proyectos y metas personales.

Padecen de trastorno obsesivo compulsivo, ansiedad y narcisismo; no sienten compasión, son perversos y manipuladores. Destacan las debilidades o defectos del resto, hacen críticas destructivas y menosprecian en público con tal de hacer pasar vergüenzas. Son altamente tóxicos ya que para ellos no existe una sugerencia constructiva y siempre van con una doble intención. Además, son pasivo-agresivos, siendo capaces de robar amistades o parejas e incluso pueden llegar a dañar la familia. Viven hablando y opinando del prójimo, son clasistas, discriminatorios y fingen ser buena gente. Inconscientemente causan mucho daño, aunque tarde o temprano sus acciones pasen factura y tengan que sufrir las consecuencias.

En mi opinión, si una persona es envidiosa es problema suyo porque termina afectando más al envidioso que al envidiado. Por salud mental y emocional, se debe evitar ese tipo de personas, pues no es una obligación lidiar con sus frustraciones. Estamos en todo el derecho de cortar de raíz sus comentarios y poner límites a sus malas intenciones. Si no hay diálogo, empatía ni compasión, alejarse es la mejor opción. Es más saludable rodearse de gente positiva que sume y que aporte bienestar, donde uno se sienta valorado, respetado y apoyado; evitando caer en sus energías negativas, la decepción o el sufrimiento.

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