La Carta de Madrid o el Macartismo 2.0

Giuseppe Cabrera

La Constitución garantiza la igualdad de derechos y no discriminación por razones de ideología o filiación política, así que no me gusta juzgar las ideas abstractas, sino los actos de los militantes y políticos de cada filiación, pues en principio todas son legítimas, incluso las que se expresan más a los bordes; claro, lo que no es legítimo es el discurso de odio, promover la discriminación en contra de ciertos grupos por razones género, etnia o identidad cultural y, eso sí que debe ser censurado y, en ciertos casos judicializado. El límite de la tolerancia es la intolerancia. No podemos tolerar a los intolerantes.

Dicho esto, la Carta de Madrid firmada por varios políticos ecuatorianos como Sonnenholzner, Pedro Freile o Esteban Torres, no es más que una cacería de brujas por llamar comunista a todo lo que mire del centro a la izquierda, los aires de miedo y sectarismo reflejados en la misiva, promovida y empujada por el partido de ultra derecha español VOX, es muestra de los discursos que se han promovido en las campañas electorales de Ecuador, Perú o Madrid: comunismo o libertad.

Que sí, que el comunismo está ligado a muchas de las más sangrientas dictaduras de la historia o limpiezas culturales como la de Stalin o Mao pero, también, como en el caso del Ecuador, ha sido quien puso los muertos, para defender eso que muchos dicen que buscan destruir: la democracia y la libertad.

Llamar a Pedro Sánchez y el gobierno de España comunista es un despropósito y un grito de guerra deliberado; no puedo creer que sea mera ignorancia, sino la voluntad de construir un discurso populista de derecha, a partir de esos significantes.

En la época de la guerra fría, el Senador de EEUU Joseph McCarthy, inició una persecución contra todo aquel que pensara diferente a él. Interrogó a servidores públicos. Se acusó a estrellas de cine y a congresistas y senadores de ser comunistas y espías de la URSS.

Ahora que la URSS no está, los cucos comen niños son el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla pero, es solo el comienzo, pronto serán los partidos de centro izquierda y, cuando nos demos cuenta, todos seremos enemigos de la patria y la libertad.