La campaña contaminada

Jaime López

Desde mucho antes de la pandemia, sobre todo en la década gobernada por el prófugo, tuvimos que aceptar que las empresas publicitarias sometidas a las exigencias de un consumo globalizado y descarnado, no iban a detenerse a que los fabricantes las obliguen a  brindarles toda clase de propaganda, ilegal, inmoral o lo que fuere. Los gobiernos igualmente las socaparon y miraron hacia otra parte, estamos seguros que ninguno sancionó a ningún publicista que se salió del margen legal de alguna ley que le obligaba su Constitución, peor de las que regulaban el comercio y venta de productos o Leyes regulatorias de prensa y televisión. Muchos habitantes de los que sí viven pensando lo que toca vivir, siguen alimentando esa amargura que atenta  a  sus valores educativos, éticos y lógicos, ofendidos  por  esa publicidad mentirosa, de mal gusto, pero que lamentablemente  ayuda al consumo. El sistema que menos castiga es el electoral, eso sí, sus miembros gritan a los cuatro vientos que los que usan la publicidad ilegal serán multados y castigados. En la anterior elección hubo una publicidad que promocionaba a una candidata  decorando su foto, designándola como ya elegida y propietaria de su cargo, antes de las votaciones, también hubo otros partidos que se apropiaron de los colores de partidos adversos y registrados hace muchos años en los Registros Electorales. Ahora la muerte cruzada de la anterior Asamblea y  el consiguiente llamado a elecciones anticipadas y urgentes, ha promovido que los candidatos desobedezcan la fecha en la que debían iniciar sus campañas, lo han hecho y el correísmo,   dirigido por el prófugo sancionado que huyó llevándose miles de millones,  ha empezado por otro lavado colectivo del cerebro de sus borregos, tergiversando el apelativo que se ganaron, convenciéndoles que hay que adornar ese apelativo y cobijarse con su lana porque eso es lo que les brindará los votos. A su dama candidata a Presidente, la cubren con una capa del personaje de la tradicional historieta, Supermán, y todos sus  partidarios se ponen alegres y contentos, su  género importa un carajo. Pero lo peor es que una vez más asaltan las arcas nacionales en donde estaban guardadas los carteles publicitarios que en el Gobierno de su amo, se confeccionaron para  publicitar paisajes y la geografía del País,  propaganda de obras  y monumentos tradicionales de las ciudades ecuatorianas, valores ancestrales, es decir, parte de la geografía que debe ser  venerada y no manoseada con propósitos indignos, en un alarde criminal para mancillar nuestra historia, y apropiarse del dinero del ciudadano contribuyente que es el que pagó los costos, para usarlos como propaganda de su partido.  Esperemos que la señora Diana Atamaint se dé cuenta del atraco e impida ésta publicidad ofensiva.