Injusta distribución en la educación superior

Giuseppe Cabrera

El Presupuesto General del Estado para 2022 se encuentra aprobado, sin tomar en cuenta ninguna de las observaciones del Legislativo al Ejecutivo porque poco o nada se puede hacer con la actual estructura institucional de la Constitución, que termina haciendo de competencia privativa del ejecutivo la política económica.

Hubo algunas “exhortaciones” vacías al Ejecutivo para que revise los rubros destinados a salud y educación, de los cuales en el caso de la educación superior se aumenta el presupuesto en un 1% en comparación con el año 2021, es decir no cambia mucho en realidad los recursos destinados al que debería ser uno de los principales ejes desarrollo y bienestar.

Pero, hay algo aún más grave que el hecho de cuánto se asigna a educación superior y es el cómo se asignan estos recursos. Existe una ley de los años 90, que sigue aplicándose para definir la fuente principal de los ingresos al sistema de educación superior, que es el FOPEDEUPO, según la misma ley, junto con la LOES, los entes rectores de la educación superior, la SENESCYT en el diseño y el CES en la aprobación, deberán distribuir los recursos en función a una fórmula que estos entes diseñan arbitrariamente, en la que a su juicio priorizan la “calidad” para la distribución de los recursos, el problema aquí es que, universidades con 7 mil estudiantes terminan recibiendo lo mismo que universidades con 21 mil, es decir que mientras en una universidad se termina invirtiendo 2 mil dólares por estudiante, la otra recibe hasta 8 mil por cada estudiante y claro, esto solo pasa con las universidades regionales, mientras que las de los centro políticos del país: Quito y Guayaquil, terminan acaparando la mayor asignación de presupuesto.

A la larga ¿cómo una universidad regional demuestra calidad si recibe cuatro veces menos presupuesto que una en el centro del país?, esto indudablemente perpetúa la desigualdad, creando una paradoja en la que aparentan calidad, porque tienen mayor recurso, pero, aún no han sido puestas a prueba en función a indicadores de eficiencia, es decir, hacer lo mismo con menos recursos, solo ahí podremos ver qué universidades destacan y cuáles no.