Homero Soria

Andrés Pachano

En los años setentas quienes ingresaban a estudiar en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central del Ecuador, sobre todo los de provincia, los “chagras” como con impostado cariño eran motejados quienes no eran oriundos de Quito se enfrentaban a un primer y cruel filtro de selección en las -en ese entonces- atestadas aulas universitarias; ese “cedazo” duro y aterrorizante era una materia, en apariencia o en realidad, desconocida para muchos; y era en esa cátedra un gran profesor, estricto e implacable: la materia se llamaba “Geometría Descriptiva”.

Pero para curiosa incógnita de aquel profesor, los “chagras” estudiantes, ex alumnos del entonces Colegio Bolívar de Ambato, amén de no haber conocido jamás el nombre de esa materia, jamás tropezaron en ella; la explicación estaba en el conocimiento adquirido en las clases de dibujo impartidas por el señor Homero Soria López.

Este dato, real y aparentemente intrascendente, lleva obligado a recordar la figura de un hombre de importancia para la ciudad, multifacético de excelencia. No solo es recordado por haber sido sobrio y estricto profesor y Vicerrector del Colegio Bolívar, sino también como excelso artista plástico, dibujante de extraordinaria calidad y retratista genial que lograba extrovertir lo hondo de la personalidad de quien retrataba. Fue autor de muchos de los retratos de la Galería de Rectores del Bolívar y de algunos de la Galería de Alcaldes de Ambato. Él se formó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Central del Ecuador para luego especializarse en Italia.

Pero fue también un intelectual de valía, un próspero empresario e industrial, un político correcto. Recordemos que al amparo de la Constitución de 1978, fue uno de los cuatro Vicealcaldes electos por votación popular (se eligió esta dignidad solo cuatro ciudades importantes del país: Quito, Guayaquil,  Cuenca y Ambato) y el único que, hasta la reforma a la Constitución, se mantuvo positivo, eficiente y correcto en sus funciones.

Las ciudades tienen deudas con los seres que han contribuido en sus historias. Ambato lo tiene con  muchos de sus hombres y mujeres; la ciudad le debe mucho a Homero Soria López.