Joffre Villalva Casanello
Escribía Charles Bukowski,1971: “he tenido más de 50 trabajos, quizás lleguen a 100. Nunca he estado mucho tiempo en ningún sitio. Lo que estoy tratando de decirte es que hay un cierto juego que se practica en las oficinas de toda América. La gente se aburre, no sabe qué hacer, así que juegan al juego del romance de oficina. La mayoría de las veces no es otra cosa que una forma de pasar el tiempo. Algunas veces se las arreglan para echar un polvo o dos en un aparte. Pero incluso entonces, no es más que un pasatiempo, como jugar a los bolos o ver la televisión o celebrar una fiesta de año nuevo. Tienes que comprender que no significa nada y de esta forma no acabarán hiriéndote. ¿Entiendes lo que digo?”, fin de la cita.
Y es que amar lo que haces, no significa que otros lo deban amar, por lo que continuamente nos enredamos en literaturas en las que se nos pide colaboración, apoyo, ayuda, rescate al más débil haciendo tal o cual cosa; y todo por tareas que otros sueñan hacer pero nunca harían ni en sueños, como el arte de gobernar: haciendo al hablar que otros vivan de tus sueños, imaginando todos una tal locura como cosa propia, porque participan de la imaginación colectiva que mueve a todos en un ideal; aunque el objetivo final se esconda estoicamente junto con los recursos que ya saborea el usurero. El que habla de hacer lo que otros no hicieron, vive de la imaginación de los demás.
No hay que ser un genio para ver que las palabras tienen ese efecto en la gente, finalmente despido a Charles como él se despide: “por la mañana era de día y yo seguía vivo. Quizás escriba una novela, pensé. Y eso hice”, fin de la cita.
Hay que durar un poco más en esta vida, sobre los 50 años quizá: para entender que es fácil vivir de la ilusión que nos enseñan a vivir los demás; pero se nos hace aburrido saberlo y no compartirlo.