Álvaro Peña Flores
La celebración de la maternidad ha estado presente en casi todas las etapas de la historia de la humanidad, empezando por Grecia que rendía cultos a las madres de sus dioses, pasando a la cristiandad en la que se hace honor a María la Madre de Jesús, llegando esta tradición hasta las sociedades modernas en donde se rinde homenaje a todas las madres sin distinción.
La maternidad como tal, tiene varias acepciones; para la biología se considera el acto de parir de una mujer fruto de la fecundación de un óvulo con un espermatozoide; la psicología por su parte aboga por el instinto que se desarrolla en comportamientos y actitudes desde la concepción, la etapa del embarazo hasta el nacimiento del hijo.
Definir el concepto de madre es complicado cuando en él se combinan una serie de sentimientos, afinidades, creencias e ideologías. Desde los orígenes, el matriarcado cobró muchísima importancia por la función que las mujeres ejercían en la sociedad y en la familia; por lo que, para muchos pensadores la maternidad se ha considerado un constructo social y simbólico que adquiere diferentes significados en diferentes contextos sociohistóricos.
De una u otra forma, ser madres pasa de ser un simple acto biológico para convertirse en un acto humano: maternar; es decir, un verbo que se convierte en acción que por esencia significa cuidar.
Celebrar el día de la madre implica reconocer esta labor y la experiencia del cuidado que distintivamente han hecho por los hijos. Es impagable la función maternal, social, psicológica y espiritual ejercida por la madre en los devenires de la familia como núcleo de la sociedad. Quizá se ha desvirtuado el verdadero significado, motivo por el cual se instauró la fecha, pero lo que sí es seguro es que la madre como pilar fundamental de la familia, siempre contribuirá con seres humanos capaces de construir una mejor sociedad tan degradada hoy en día. ¡Feliz día mamá!