Un freno a Noboa

Un freno a Noboa

La Corte Constitucional finalmente le ha puesto un freno al presidente Daniel Noboa y, aunque no lo crean esto, es consecuencia de los resultados de la consulta popular, sin que Noboa perdiera las dos preguntas que ganó el No, la Corte habría mantenido su actitud condescendiente que medía la popularidad del mandatario, para actuar con mayor o menor rigidez, por eso, con el expresidente Guillermo Lasso no tuvieron contemplación alguna y, ese, mismo debería ser el papel de la Corte, hacer control y contrapeso al poder excepcional que significan los estados de excepción y, que abiertamente restringen derechos, por un supuesto bien mayor. En Estados Unidos después de los atentados del 9/11 el discurso de seguridad invadió la política nacional y, la ley patriota fue la respuesta del Gobierno de Bush para hacer contra inteligencia a las actividades del terrorismo de Osama Bin Laden, lo malo, fue que al final del día, la ley también sirvió para espiar a los ciudadanos comunes, cruzando su correspondencia o sus llamadas o incluso revisando sus búsquedas en internet y correos electrónicos, violando la libertad de privacidad y una de las garantías básicas de una ciudadanía plena. Por eso, los discursos de seguridad deben ser tomados con pinza, más cuando quien está al frente del país señala de antipatrias a todo aquel que le cuestiona y, cataloga de ‘HDP’ a la comunidad científica y académica del país. La Corte ha hecho bien en recordar que su poder tiene límites y que, el apoyo ciudadano jamás puede ser justificativo para limitar derechos a los colectivos o representaciones de menor peso. La democracia es la voluntad de las mayorías, pero con el respeto de las minorías. No hay democracia sin crítica y disidencia y eso, es algo que Noboa aún no entiende.

Estos meses han sido de intensos sorteos o violaciones flagrantes a la ley, desde la declaratoria de un conflicto armado que raya la ilegitimidad, hasta la invasión de una sede diplomática, nos hablan de un político capaz de lo que sea, con tal de mantener su apoyo y, quien se guía por encuestas y no, por los límites democráticos al poder, generalmente evade esos límites y transita la delgada línea entre la democracia y el autoritarismo.