Entre comillas

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Escribo esto cuando aún no sabemos el desenlace del último intento de levantarle la falda y violar a nuestra justicia de por sí ultrajada a diario, impúdica y descaradamente.

Ecuador es un país que hace rato vive y padece una versión caricaturizada de democracia. A los partidos no los aglutinan las ideas sino el éxito del caudillo de turno, el Estado vive un asedio que deslegitima su monopolio de la fuerza, los funcionarios se pasean con dineros públicos y no se les cae la cara para salir desafiantes a dar declaraciones, “trabajar” y seguir horadando el sistema.

En esta ruina, surgen “ideas” que buscan “mejorar” el desastre. La comisión de “justicia” correísta considera necesario que las investigaciones reservadas de la Fiscalía deben dejar de serlo para ellos; los que suelen caer como sospechosos y condenados. Conveniente.

Además, les parece excesivo que se castigue al que fue reo por corrupto y ladrón con la prohibición de participar en futuras elecciones y volverse a lanzar sobre nuestro dinero como los vampiros sobre la sangre. Sanguijuela es una imagen más propicia porque el vampiro es una criatura mítica respetabilísima.

Si llega a pasar, que en este “país” nunca se sabe, demos por liquidada nuestra “democracia”.

Por si no lo sabían o será que de no vivirla se les ha olvidado, la democracia moderna sólo existe cuando hay división de poderes. Allí donde existe, porque les juro que existe, no se comparten las investigaciones reservadas y menos con quienes tienen objetivos y deberes políticos, por razones que a la gente con IQ promedio nos resultan obvias.

A pocos les importa. Los “ciudadanos” dejamos nomás a los “políticos” con sus cosas. Mientras tanto, seguimos en una realidad de conceptos entre comillas; que se dicen, pero no existen, se usan, pero no se practican, están, pero son todo lo contrario.